Por Pedro Hidalgo
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El Shihan Pere Lluís Beltran (Badalona 1951), es uno de los veteranos del Kyokushin europeo. Después de practicar lucha libre y otros deportes de contacto, se inició en la práctica del Karate en el año 1969 bajo las enseñanzas del maestro Raymond Thomas. Entre otros cargos, ha sido delegado para Cataluña del estilo Kyokushin, directivo de la Federació Catalana de Karate y responsable en España de la International Karate Organization Kyokushin Kaikan. El fundador del Kyokushin, Masutasu Oyama, le concedió el título de Branch Chief. Actualmente es 7º Dan de Karate Kyokushin, Maestro, instructor y árbitro internacional.
Cuando llegamos al Belsa Dojo Badalona, del Maestro Beltran, para realizarle la entrevista, vemos en el tatami a la Sempai Pilar Torrecillas, esposa del Maestro, impartiendo la clase a los más pequeños del dojo. Mientras nos acercamos podemos observar en la pared infinidad de fotografías a modo de ‘flash-back’ marcial en las que podemos ver al maestro retratado en karategi junto a gran cantidad de leyendas de las artes marciales, entre ellos podemos ver a Raymond Thomas, Jon Bluming, Steve Arneil, Shigeru Oyama, Loeck Hollander, Daigo Oishi, Kazuyuki Hasegawa, Akira Masuda, Tadashi Azuma, Shigeru Tabata, Roland Hernáez… y una interminable lista de personalidades marciales. No hay duda de que estamos con una institución dentro del Kyokushin nacional.
¿Cómo conoció el Karate?
Bueno, cuando estaba practicando lucha greco-romana y libre en el Gimnasio Pietx de Badalona (1968), apareció en nuestro gimnasio un señor francés (Shihan Raymond Thomas) que vino a dar una exhibición de una “cosa” llamada Karate, de origen japonés, y que no tenía nada que ver con el Judo que era la única lucha japonesa que todo el mundo conocía hasta entonces, y como en ese momento me interesaba mucho todo tipo de lucha fui a verlo y quedé tan impresionado por la diferencia con lo que estaba haciendo que decidí probar. Durante un tiempo compartí ambas actividades, hasta que en 1969 decidí dedicarme exclusivamente a la práctica del Karate. Debo decir que en ese momento no había el conocimiento diferenciado entre estilos y aunque aquél era Kyokushin, nadie en aquellos días hablaba de estilos, sino simplemente de Karate.
¿Podría explicarnos qué es para Vd. Karate Kyokushin? ¿Qué le ha aportado?
Bien, el Karate Kyokushin para mí es en primer lugar un estilo de vida, como lo es para otra gente cualquier actividad física a la que dedica todo su esfuerzo tanto físico como mental; pensar en Kyokushin las 24 horas del día forma parte de mi “modus vivendi”, lo que implica que uno puede aplicar la filosofía de Kyokushin en todas las facetas de la vida.
Respondiendo a la segunda parte de tu pregunta, te diré que personalmente el Kyokushin me ha aportado muchísimas cosas, superación, esfuerzo, resignación, empatía, y sobre todo poder conocer a través del mismo a muchísima gente practicante como yo de Kyokushin y compartir momentos excepcionales en mi vida.
Como es lógico, también ha habido sinsabores pero esos quedan en el fondo de la memoria y sólo están ahí para recordarlos en el momento de no volver a repetir errores.
Por último, quiero destacar que hubo un momento en mi vida (1988) en el que el Kyokushin, junto al apoyo de mi familia y amigos, me ayudó a superar una grave enfermedad. Sin esa fuerza mental, seguramente no hubiera podido superar ese contratiempo y ahora no estaríamos hablando de Karate.
¿Cómo era el Maestro Raymond Thomas?
El Maestro Raymond era una persona muy sencilla y muy próxima, sus enseñanzas eran sobre todo prácticas y siempre daba una aplicación creíble y lógica a las técnicas. Era también un experto en Judo, Goshindo y del Zen, de hecho terminó sus días practicando mucho más la parte filosófica que la física de las Artes Marciales
Usted fue uno de los primeros, y pocos, instructores españoles en Pappendal, ¿Podría explicarnos qué era el stage de Pappendal?
Pues de hecho creo que después del Shihan Piñero fui el segundo instructor en el Curso anual de Verano de Pappendal.
El curso de Pappendal es, o era, algo muy especial ya que durante una semana más de 200 karatekas de toda Europa se juntaban en esas magníficas instalaciones para convivir y entrenar karate durante 24 horas al día. Los entrenos consistían en 4 sesiones diarias más alguna extra que siempre aparecía en horario nocturno y sin previo aviso… estabas descansando tranquilamente y de pronto aparecían los instructores con sus shinais despertando a todos y dando 5 minutos para estar con el dogui puesto y en el lugar de entrenamiento, algo duro, pero puedo asegurarte que después de entrenar un par de horas en plena noche, la gente estaba contenta por haber superado esa prueba.
Había también un entrenamiento, conocido como “el globo”, en el que entrenábamos duramente en un globo de los que se usan para cubrir los piscinas en invierno o las canchas de tenis, como sabes ahí dentro el aire debe ser más caliente que en el exterior para que el globo esté hinchado. Y si afuera, en el mes de julio había más de 30 grados, en el interior del globo no bajaba de 40 grados. Como puedes suponer, entrenar en esas circunstancias era realmente un infierno pero igual que en el entrenamiento de la noche, aquí también el ánimo y compañerismo que se respiraba te hacían llegar hasta tus límites. Finalizado el entreno del globo no había terminado todo ya que para recuperarte, nos llevaban a una charca artificial que habían construido unos días antes y donde el agua ya estaba corrompida y con renacuajos, allí nos hacían combatir por grupos dentro del agua y en los combates todo valía, incluidos los agarres y derribos, así es que más de uno probó el gusto de aquella agua, pero nadie puso nunca ninguna objeción a esos entrenamientos, al contrario todo el mundo disfrutaba, reía y animaba a los que estaban dentro de la charca… (artículo entero en la revista).
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