Por José Santos Nalda Albiac (obra publicada)
5º Dan Aikido
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Los entrenamientos que se imparten en la mayoría de los dojos están excesivamente estereotipados y anclados en una forma de enseñar repetitiva y pretendidamente tradicional, que con el tiempo causa tedio y desmotivación.
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No es aceptable que, bajo la excusa o el argumento de dominar y volver una y otra vez a las bases, la mayor parte de los entrenamientos se realicen casi en su totalidad en modo Kata Geiko, tanto si los asistentes a las clases son principiantes, como cintos negros.
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Proceder así, más allá del cinturón marrón, es caer en la rutina monótona y estancar el progreso, y también la causa de que muchos veteranos abandonen decepcionados, por no haber encontrado lo que esperaban en el arte de Ueshiba.
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Muchas de las personas que se acercan al Aikido, lo hacen atraídas por su filosofía y los valores que piensan que vehicula esta disciplina, por esta razón enfocar los entrenamientos únicamente como técnicas de ataque y defensa en combate personal, es sin duda una práctica reduccionista, que más pronto que tarde va a decepcionar a aquellos que buscaban algo útil para su vida.
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La Vía del Aikido va de la maestría corporal a la maestría mental, emocional, estratégica, ética y espiritual, como podemos deducir de los escritos del maestro Ueshiba.
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¿Con qué fin nos entrenamos hoy en la mayoría de dojos?
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La experiencia nos enseña que la mera práctica de las técnicas puede no ser suficiente para conseguir tal metamorfosis, pues el conocimiento y el trato con muchos aikidokas revela claramente que esa transformación no se ha producido.
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El Aikido bien entendido según la idea del fundador, no considera las técnicas como un fin en sí mismas, sino como herramientas útiles para descubrir y desarrollar todas las competencias que deben conformar un aikidoka realizado.
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La perfección en la destreza técnica y estratégica por sí sola no lleva aparejado el conocimiento necesario para formar la personalidad del practicante y por tanto es necesario contemplar otras áreas del saber humano que contribuyan a su formación integral, como, por ejemplo:
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– Ambito físico (Anatomía y Fisiología)
– Ambito técnico
– Estrategia aiki
– Biomecánica aiki
– Competencias cognitivas
– Habilidades de comunicación
– Sinergología (lenguaje corporal)
– Gestión emocional
– Kuatsu
– Valores éticos y espirituales
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La clave está en configurar este conjunto de conocimientos de manera que el aikidoka pueda asimilarlos de manera práctica y progresiva, sirviéndose de las técnicas como herramientas para descubrir y familiarizarse con cada una de estas “asignaturas”.
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La metodología que el profesor necesitará descubrir por si mismo, con inteligencia y tacto, debería atender en cada entrenamiento, explicaciones o ejercicios específicos sobre al menos, dos o tres de las materias citadas, con el fin de proporcionarle una formación integral útil en el tatami, pero sobre todo en la vida cotidiana del aikidoka.
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Cuando el profesor programa la clase del día, intentará fusionar de manera breve y concisa, principios, actitudes, y valores de cada uno de los apartados citados anteriormente, con las técnicas siguiendo un hilo conductor de afinidad, entre unas competencias y otras
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¿Por dónde empezar?
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El objetivo es tener presente que, no solo cuenta lo que hacemos, sino, sobre todo, cómo lo hacemos, y cómo nos sentimos cuando lo hacemos.
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Todas estas competencias a entrenar y descubrir pueden practicarse en el modo Waza Geiko, que es la práctica más idónea para aquellos que ya han adquirido un dominio completo de las técnicas y los fundamentos propios del Aikido, de manera que pueden abordar las partes más complejas del arte como son Renraku Waza, Kaeshi Waza, Henka Waza, Jiyu Waza y Randori Waza fusionadas con las competencias de formación integral.
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Estos entrenamientos contemplan la acción de Uke, en forma de dos o tres ataques seguidos diferentes, y sus posibles reacciones ante las técnicas que aplica Tori y ambos se comportan del modo más aproximado a la realidad…
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