COSTUMBRES Y TRADICIONES DE JAPÓN
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Solamente palabras
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Por José Antonio Martínez-Oliva Puerta (obras publicadas)
Profesor de japonés
5º Dan Iaidô Musô Jikiden Eishin Ryû ZNIR
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Navegando por las redes sociales es frecuente encontrar todo tipo de palabras o frases de origen japonés a las cuales se les atribuye cierto significado, a veces casi mágico, que llaman nuestra atención por lo fascinante que resulta una cultura tan distinta: Ikigai, tsundoku, wabi-sabi, nankurunaisa, etc. De alguno de estos conceptos, que no dejan de ser simples palabras del idioma japonés, se ha llegado incluso a escribir libros enteros.
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Es cierto que en Japón hay palabras con significados profundos que no se pueden traducir literalmente y que también hay términos que deben interpretarse bajo el prisma de su propia cultura, pero tampoco debemos caer en el esnobismo de pensar que todo es distinto y mejor. También hay palabras que van surgiendo de año en año, como ocurre en cualquier otro idioma. Algunos de estos neologismos se quedan para siempre, soportando el paso de los años, y otros sucumben a nuevas expresiones que les quitan el protagonismo. Sin ánimo de romper mitos ni desilusionar a nadie voy a poner algunos ejemplos.
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Ikigai. Esta palabra no significa ni más ni menos que “el sentido de la vida”. Es una palabra compuesta del verbo ikiru (vivir en sentido biológico) y —kai, partícula que se utiliza para expresar que algo merece la pena. A partir de aquí, se pueden ofrecer ejemplos de cómo cada persona persigue este objetivo en cualquier sociedad del mundo, pues es inherente al ser humano la búsqueda de algo que de sentido a nuestra presencia en el mundo. La abnegación por el trabajo y la excelencia son rasgos propios de la cultura y sociedad japonesa, por lo que el significado de ikigai será diferente bajo su prisma que bajo el de cualquier otra sociedad con valores distintos.
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Tsundoku. Almacenar libros por el propio placer de coleccionarlos, pero sin leerlos. De esta palabra ya hablé en un artículo previo. La magia de las librerías, los bajos precios, la tranquilidad que inspira la lectura, son factores que hacen de Japón un país con un alto índice de afición a los libros. Últimamente sigo a algunos youtubers japoneses que no solamente hacen críticas literarias, sino que transmiten en directo la lectura completa de un libro o hacen resúmenes audiovisuales de obras. Otra característica de la lectura en Japón es la de su carácter eminentemente práctico. Se pueden encontrar cómics o esquemas de materias diversas (Historia, Derecho, Medicina…) donde lo importante no es utilizar un lenguaje complejo o académico, sino facilitar la divulgación haciendo accesible a todo el mundo lo que no lo es tanto. Ojalá hubiera tenido libros así en España para estudiar Derecho Romano.
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Nan kuru nai sa. Probablemente muchos lectores hayan visto esta frase en alguna red social. En realidad está escrita en dialecto de Okinawa y no en hyôjungo o japonés estándar. En japonés común se diría Nantoka naru deshô y no significa otra cosa que: “pasará lo que tenga que pasar”. Hace referencia a la vida más o menos despreocupada que disfrutan los habitantes de las islas de Okinawa y a su carácter relajado. Nosotros diríamos algo así como “que sea lo que Dios quiera”, pero no deja de ser una frase perfectamente traducible a nuestro idioma, aunque con la carga cultural de su lugar de procedencia.
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Wabi-sabi. Sobre este concepto han corrido, literalmente, ríos de tinta. Me atrevería a decir que no tiene traducción a nuestro idioma y que se trata de un concepto etéreo que solamente se puede entender dentro de la cultura japonesa. Podría interpretarse por algo así como “el gusto por lo sencillo”, aunque probablemente nos quedaríamos cortos. Refleja tanto la simplicidad estética como la quietud mental y la elegancia que surge de ambas. Es una forma de actuar, una presencia, una manifestación artística, estética y espiritual que tiene su reflejo en toda la esfera del ser humano…
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