Por Helena Muzás
Máster de Estudios de Asia Oriental
Recientemente la World Traditional Karate Organization de España (www.wtkospain.com) organizó en el dojo Mutokukan de Barcelona un curso de karate Shotokan tradicional impartido por el sensei Scott Langley.
Langley sensei, 6º Dan, es el Director Técnico de la WTKO GB & Ireland y se ha formado, y sigue haciéndolo, a caballo entre Japón, el Reino Unido e Irlanda.
—¿A qué edad se es demasiado mayor para empezar a practicar karate? ¿A qué edad se es demasiado joven?
Creo que para empezar a hacer karate debes ser capaz de concentrarte durante periodos cortos de tiempo. En mi dojo los aceptamos cuando empiezan la primaria. Sin embargo, nuestra forma de enseñar está muy condicionada por el hecho de que sean niños. A esa edad sólo pueden concentrarse unos minutos antes de desconectar. De modo que cambiamos mucho las actividades, hacemos juegos y pequeñas competiciones de técnicas, asegurándonos de ponernos a su nivel… Muchos niños han pasado por mi programa y ahora están en la universidad, y les va muy bien.
Respecto a cuándo se es demasiado mayor, creo que la edad no debería ser un impedimento para empezar a hacer karate —Karate Shogai—, karate desde que naces hasta que mueres. Cualquier persona puede empezar, sólo hace falta encontrar tu nivel y tu ritmo.
—¿Cómo describiría el karate y qué significa para usted?
Según una historia que se contaba cuando estaba haciendo el curso de instructor, uno de los alumnos, al no tener tiempo para desarrollar la pregunta “¿Qué es el karate?” para las pruebas escritas mensuales, respondió que “el karate consistía en dar puñetazos y patadas”. Evidentemente, tenía razón, no se puede decir que la respuesta sea incorrecta. Sin embargo, como ocurre al pelar una cebolla, las capas de verdad se superponen, y cada una de ellas es incontestablemente cierta.
Para mí, en este momento, el karate es un lenguaje físico. Es una forma de conceptualizar el modo en que utilizo mi cuerpo. Gracias a esta concepción, puedo comprender aquello que va más allá de lo físico, mi propio “ser”. Para mí, consiste en encontrar mi propio camino en el mundo.
—Si pudiera compartir alguna experiencia con los grandes senseis de Shotokan, ¿cuál sería?
Mi primer instructor era un caballero llamado Howard Milson. Cuando yo empecé en 1985, él ya era quinto Dan, un nivel muy alto para aquel tiempo. También había estado en Japón, donde entrenó durante 6 semanas en el tristemente célebre Takushoku University Karate Club en 1972, antes de que yo naciera. Era un atleta y karateka impresionante, además de ser una persona muy divertida y encantadora. Era mi héroe (¡todavía lo es!). Un día decidió hacer un poco de jiyu kumite. Nos hizo sentar a todos e invitó a levantarse y combatir al que tenía el nivel más bajo. Atacó, esquivó, se abalanzó y derrotó con elegancia y facilidad al primer contrincante. Después continuó con el resto de alumnos. Era un dojo grande y aquella noche había unas 30 personas entrenando. Cuando llegó a los de nivel más alto (yo estaba más o menos por la mitad), llevaba unos 30 minutos combatiendo sin descanso. No perdió ni un solo punto, no hizo daño a nadie, siempre usando técnicas impecables, dejando a su oponente desarmado y confuso por lo que acababa de ocurrir. Fue asombroso y para mí, Howard Milson es uno de los héroes y pioneros anónimos del Karate Shotokan en Reino Unido.
—¿Qué es lo más difícil que ha hecho como karateka?
Durante mi etapa en el curso de instructores hubo momentos en que supe que había hecho enfadar al sempai en el dojo. Sabía que iba a recibir una paliza durante o después del entrenamiento… Ir al dojo esos días sigue siendo una de las cosas más difíciles que he hecho nunca.
—¿Quién es o ha sido su mayor influencia? ¿Por qué?
Ha habido diversas personas:
Sadashige Kato Sensei. Entrené con él durante muchos años y siempre me maravilló lo innovador que podía ser con las técnicas e ideas más sencillas. Era un genio del karate.
Tetsuhiko Asai Sensei. Tuve el placer de entrenar de forma regular durante casi dos décadas con Asai Sensei y siempre tuve la sensación de que quería explorar los límites del karate. Me enseñó que podemos ir más allá de la técnica básica, más allá de lo que se entiende normalmente como Shotokan, pero al mismo tiempo me enseñó los principios fundamentales del Karate Shotokan.
Masao Kagawa Sensei. Fue mi sensei durante mi estancia en Japón y durante muchos años más. Su dominio del aspecto físico del karate es el mejor del mundo y me enseñó que el único modo de conseguirlo es entrenar mucho toda tu vida.
Steve Ubl Sensei. Steve Sensei revolucionó el modo en que veía el karate. Ha alcanzado un nivel que pocos pueden comprender, no digamos ya alcanzar. Él es mi faro en mi viaje de comprensión del budo.
—¿Por qué fuiste a Japón?
¡Era mi destino! No quiero ponerme muy filosófico, pero no creo que pudiera haberlo hecho de otro modo. Mi destino era ir a Japón desde que oí hablar del curso de instructores cuando tenía 14 años. No se lo dije a nadie pero supe que eso es lo que iba a hacer.
—¿Cómo era Asai personalmente?
Es una pregunta difícil. Para mí era mi sensei. Siempre fue afable y amable, pero tenía un lado oscuro. Por ejemplo, cuando hice el examen de ingreso en el curso de instructores, casi parecía aburrido cuando hacíamos kata, pero en cuanto empezábamos a combatir, se activaba. Lo conocí en sus últimos años, pero supongo que de joven era más intenso.
—¿Cuáles son las principales diferencias entre practicar karate en Europa y en Japón?
Creo que los occidentales son más analíticos. Por lo tanto, las clases son mucho más temáticas y construidas en occidente. En Japón, las clases normalmente siguen un patrón establecido: kihon, kumite y después kata. Se discuten y analizan pocas cosas y los alumnos nunca hacen preguntas… Sin embargo, no es que el sensei occidental elija enseñar de otro modo, sino que es una consecuencia del modo en que funcionan los cerebros occidentales y orientales. Los occidentales conceptualizan el mundo de otra manera y el modo en que enseñamos karate es un reflejo de eso; aunque creo que los resultados son los mismos
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