Kusarigama. El arte de la hoz lastrada

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Tras una serie de artículos destinados a conocer algunos aspectos relativos a la cultura samurai, ponemos nuestra atención en una de las armas más llamativas del armamento feudal japonés. Se trata de la kusarigama (lit. hoz y cadena), una combinación de una hoz kama, un apero agrario convertido en arma cortante, al que se le incorpora una cadena kusari, que en su extremo dispone de un lastre llamado fundo (lit. contrapeso) u omori (lit. plomada).
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Esta rara combinación solo tiene sentido contextualizando el auge de las espadas en la sociedad samurai. Las armas largas como las yari (ver El Budoka 2.0 nº 52) o las naginata (ídem nº 65), muy propias para el campo de batalla, presentan limitaciones en enfrentamiento singular contra espadas, cuando las últimas son capaces de romper la distancia. Muchas propuestas surgieron de intentar lograr un arma que pudiera tener una efectividad en larga distancia pero que al mismo tiempo ofreciese versatilidad en cortas distancias.
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El origen de la kusarigama es incierto. Algunas teorías declaran un origen místico, como tantas cosas en Japón. Otros a situaciones eventuales de un campesino utilizando una hoz, que empleaba para segar el arroz, unida a una cadena, para defenderse del ataque de un samurai despiadado. Con sinceridad, estas versiones son simples teorías y, cuanto menos, parece sorprendente que un arma se haya popularizado tanto por solo unas situaciones anecdóticas.
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Lo cierto es que fuese quien fuese su primer esgrimidor, el resultado de unir una hoz que ofrece buen rendimiento en la corta distancia, a una cadena que permite garantizar una distancia larga hacen que tenga una simbiosis destacable. Su versión más clásica podría estar en la unión de una kama, hoz para la cosecha, o el arma conocida como jingama (lit. hoz militar) empleada en el campo de batalla, a un konpi, el ancestro de las armas de cadena kusaribuki, consistente en una cadena que en un extremo tiene un lastre y en el otro la cadena hace un lazo por donde se toma para ser esgrimida de forma oscilatoria. También hay versiones que hablan de un origen en el tobiguchi, un pico empleado normalmente para emergencias, pero parece raro que entonces aluda en su nombre a la hoz.
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Por su constitución triple emplea técnicas de kamajutsu, arte de la hoz, fundôjutsu, arte de lastres de impacto y el kusarijutsu, arte de las cadenas, aunque es habitual incluirla dentro de este último grupo junto con el citado konpi, el manrikigusari (lit. cadena de las 10.000 fuerzas), el kusarifundô (lit. cadena lastrada) o el mallal chigiriki, entre otras.
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No obstante, aludiendo a su singularidad es habitual considerarla un hibuki, armamento secreto, pero difícilmente pueda considerarse un arma escondida kakushibuki debido a su tamaño, aunque se hicieron versiones más reducidas para su ocultación.
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Existen registros del empleo de esta arma, aunque en una versión bastante arcaica desde el siglo XII, sufriendo numerosas variaciones y/o adaptaciones que ahora comentaremos. No obstante, cabe reseñar que, a pesar de su lejana creación, no existen evidencias de su uso en el campo de batalla, y esto no debería sorprendernos. Como hemos indicado, su utilidad es bastante evidente contra espada, pero no parece que lo sea tanto contra armas largas como una yari o una naginata. Por ese motivo pudiera parecer paradójico que un arma que es especialmente eficaz contra la lanza o la guja no lo sea de repente contra otra, la kusarigama, que no tiene especial ventaja contra las primeras. Pero es habitual que las armas, como las técnicas o los estilos, tengan potencialidades y debilidades configurando un curioso caleidoscopio de posibilidades. De la misma manera, la oscilación de la cadena requiere de espacio, por lo que no hacerlo en un campo de batalla donde se pueden cruzar aliados o encontrar obstáculos pueda sugerirnos que sea la mejor opción.
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Históricamente, también ha sido un arma afín a las mujeres samurai, onna bugeisha (ver El Budoka 2.0 nº 54). Sus practicantes normalmente fueron de escuelas de kenjutsu o naginata que incluyeron esta arma para tener complementar sus habilidades.
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No existe una versión consolidada de la kusarigama. Cada escuela presenta una versión de ésta con dimensiones y pesos distintos. Incluso se dice que está abierto al gusto del esgrimidor, aunque es cierto que hay elementos representativos de cada ryû. Por ejemplo, algunas escuelas como la nuestra, anclan la cadena a la base del mango de la hoz. Esto obliga a esgrimir el arma con dos manos, la hoz en la izquierda y la cadena en la derecha. Normalmente, estas escuelas suelen emplear una longitud mayor de cadena, que normalmente se mesura en envergaduras que coinciden aproximadamente con un ken (aproximadamente 1,8m). Un estándar podría ser dos ken, unos 3,6m para las cadenas más largas. Esta opción tiene también la virtud de poder oscilar la hoz, aunque implica relevantes riesgos personales en caso de fallo.
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Otras escuelas anclan la cadena a la hoja, de forma que pueden oscilarla con una sola mano tomando del mango de la hoz. Normalmente se emplean cadenas más cortas para poder mover con efectividad la cadena de esta forma siendo su longitud máxima la de un solo ken, 1,8m. Existen ejemplares e ilustraciones de kusarigama con dos cadenas, ya sean dos en la hoja, o una en la hoja y otra en la base. Estas versiones parecen complicadas de manejar incluso para un practicante experto.
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Algunas kama poseen una guarda para la mano llamada goken (lit. protector de puño). La empuñadura normalmente se laca en nácar con una técnica conocida como raden 쭁鈿. Las hojas en ocasiones, sobre todo en los primeros tiempos, eran curvas, propias de los aperos, pero fueron evolucionando a versiones más rectas y con una construcción más parecida a las hojas de los cuchillos. La relación mango/hoja también es variable, partiendo de relaciones 3/1 hasta 3/2.
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Dependiendo de la tipología de kusarigama, la forma de emplearla es totalmente diferente. En una primera instancia se oscila la cadena empleando la inercia del contrapeso. Los movimientos pueden ser laterales yokoburi, yokokaiten o yokosharin, siendo buri (lit. sacudidas), kaiten (lit. rotación) y sharin (lit. rueda), sinónimos que no repetiremos en las siguientes técnicas. Los laterales pueden ser naturales si van a la derecha migi, invertidos gyaku, si giran de abajo hacia arriba, contrarios, si giran por nuestra izquierda hidari, alternativos hachinoji, si giran en forma de ocho, y superiores ue o jôdan, si giran por encima de nuestra cabeza. El ritmo de la oscilación debe ser semejante a las pulsaciones del corazón, en torno a 80 giros por minuto. Un ritmo más pausado puede ofrecer espacios para que el enemigo pueda entrar, y más rápido requeriría que implicáramos fuerza en la acción de giro, cuando en realidad debe ser la propia inercia acompañada de un leve movimiento la que mantenga el giro.
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Estas oscilaciones del contrapeso y cadena pueden buscar realizar impactos fundôuchi sobre el oponente o su arma, para desarmar o romper, golpeando de forma directa (axial) o indirecta (radial). Era habitual que este lastre se potenciara con el empleo de veneno doku líquido o pulverizado…


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