Naginatajutsu: El arte de la guja japonesa

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Retomamos la serie de artículos relacionados con las armas y técnicas de combate empleadas en el campo de batalla en el periodo feudal japonés. Hasta el momento hemos tratado la lanza (Sôjutsu, El Budoka 2.0 nº 52) y el arco (Kyûjutsu, nº 53), además de formas de combate cuerpo a cuerpo (Kumiuchi, nº 59), la daga (Yoroi Tantôjutsu, nº 63), así como los abanicos y tambores (Tessen y Gunbai, nº 60 y Jindaiko, nº 61) como señales en la batalla.
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En este caso nos encontramos con un arma que tuvo su apogeo en el periodo Kamakura y durante el periodo Muromachi tiene un progresivo declive hasta ser meramente testimonial durante el periodo Sengoku Jidai. En este artículo desgranaremos las razones para esto y explicaremos las facultades técnicas que ofrece esta singular arma.
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La naginata es un arma de asta nagaebuki con una guja o archa, es decir, con una hoja (moharra) en forma de espada. Literalmente nata significa espada, y nagi significa segar al enemigo, a pesar de que también se acepta la escritura que se traduce literalmente por espada larga. Esta hoja tiene una semejanza proporcional y constructiva obvia con las espadas cortas japonesas y sufrió una evolución paralela:
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Durante el periodo Kamakura las hojas eran análogas a las tachi, espadas de campaña, empleadas durante ese periodo, láminas estilizadas con un wazori (curvatura circular) pronunciada pero equilibrada y longitudes de hasta 60cm. Con la llegada al shogunato del clan Ashikaga, las hojas comenzaron a alargarse (hasta 90cm) y ampliarse en anchura, trasladando la curvatura, cada vez más pronunciada, hacia la punta sakizori.
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Es frecuente encontrar referencias que sitúan a la naginata como una evolución del bisentô (lit. espada de ceja afilada), que a su vez es la versión japonesa del Guandao chino, un espadón con una hoja ancha y una gruesa y pesada empuñadura que la hacen potente, pero al mismo tiempo aparatosa. Lo cierto es que la primera aparición del bisentô en la historia de Japón no es muy anterior a la de la naginata, ambas durante el siglo XII, y por ese entonces los japoneses ya habían desarrollado su propia artesanía espadera. Así que en caso de ser su origen tuvo una evolución muy temprana y rápida.
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A la artesanía que aludimos no solo se trata del hecho de fabricar hojas esbeltas, ligeras y afiladas, sino a la forma de fijarse la hoja con la empuñadura que singularizan la tecnología armamentística japonesa de la época. Igual que en las tachi, la hoja se prolongaba mediante una espiga, nakago, y ésta se introducía en un vaciado central que se le practicaba al extremo de la pica que sirve de empuñadura, siendo conocida esta zona como tachiuchi o tachiuke, dada su debilidad y ser objetivo de impactos. Para garantizar la fijación de la lámina se practicaban unos orificios pasantes en la espiga y la empuñadura conocidos como mekugi-ana que eran fijados con unos pasadores de madera, mekugi. Para proteger esta zona de su consecuente debilidad se reforzaba mediante tsukekanamono/semekanemono o kanagu, siendo estos apliques metálicos, como anillos dôgane/semegane, con un enrollamiento posterior conocido como sendanmaki (lit. enrollamiento de las mil capas/niveles). Era habitual que el koshirae incorporase elementos comunes con los tachi como la propia guarda tsuba, el anillo separador seppa o la pletina de fijación habaki. No obstante, se debe notar que la incorporación de elementos ornamentales o acabados especiales como el ginhirumaki, consistente en un enrollamiento helicoidal plateado, es propia de distinción de clase o de etapas tardías, que incluso durante el periodo Edô que se mantuvo más como una tradición de los viejos tiempos.
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En lo que se refiere a la asta, llamada igual que en la yari: nagae (lit. empuñadura larga) o simplificando e ; su longitud oscilaba entre los 4 y 8 shaku, siendo el tamaño de 6 shaku (180cm) más la hoja un estándar habitual, longitud suficiente que permite tener una ventaja comparativa contra las espadas. Esta medida representa el separador entre lo que se conoce como naginata larga, ônaginata (lit. naginata grande), y las cortas, konaginata (lit. naginata pequeña), en relación a si eran mayores o menores respectivamente, y que, en ocasiones, también se asociaba a si el esgrimidor era varón o mujer.
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En relación a la sección de la empuñadura, mientras que otras armas de asta eran cilíndricas, la de la naginata era oval dado que permitía a su esgrimidor tener la referencia de la hoja en las maniobras y mejoraba el agarre. Normalmente se hacía de maderas nobles, como el roble, dado que requería una resistencia elevada, sobre todo en el engarce, como hemos señalado, aunque también existieron tubos metálicos. Posteriormente era lacada y ocasionalmente adornada. En el extremo opuesto a la hoja, se encontraba una pieza metálica, que también incorporaba la lanza, conocida como ishizuki, que ya indicamos en el artículo de Sôjutsu (nº 52).
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Por último, el hecho de que la punta se tratara de una hoja, con nombres análogos a los de las espadas, hacen que también se empleara una vaina, saya para protegerla durante el transporte, y se tuviera que desenvainar previo a la entrada en combate, lo que denota su carácter militar.
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Por otro lado, el desarrollo de la naginata va acompañado de otra arma semejante, aunque menos habitual, conocida como nagamaki (lit. enrollamiento largo), que consistía en el prolongamiento de la empuñadura tsuka de una tachi manteniendo la construcción de la empuñadura.
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Se pueden deducir una serie de razones que determinan el porqué del auge y desuso de la naginata:
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– Es un arma efectiva en enfrentamientos dada su versatilidad como arma cortante y penetrante y de larga longitud. Sin embargo, su manejo requiere de espacio vertical y horizontal para cargar y descargar, lo que la limita en pelotones, algo que era muy común durante el Sengoku Jidai, dado que se obstaculizaban unos a otros.
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– Para su manejo se requiere precisión y transmitir adecuadamente los movimientos ejecutados por el esgrimidor, es decir, se requiere de una empuñadura sólida y estable. La tendencia en las batallas fue aumentar la longitud de las armas de asta para ganar alcance. Esto obligaba a aumentar la longitud de la empuñadura de la naginata de forma que también se debía aumentar su sección y, por tanto, su peso de forma exponencial, hasta el punto de ser inasumible.
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– Además, este aumento de la longitud le hace perder su gran virtud que es su versatilidad.
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– Finalmente, eran armas que requerían unos recursos mayores, dada la complejidad técnica de su hoja y, por tanto, comparativamente más caras que las lanzas que se convirtieron en el estándar.
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De esta serie de razones podemos deducir que la naginata era un arma conveniente para enfrentarse contra otras armas, especialmente contra espadas, pero también idónea en y contra caballería. En caballería porque su longitud permitía al esgrimidor alcanzar mejor a infantes. Contra caballería, más habitual, porque era apropiada para atacar al jinete o atacar a la montura para descabalgar al jinete.
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Con toda esta gama de posibilidades, sus técnicas desarrollaron multitud de estratagemas que permitía confundir al oponente en los rangos de uso, direcciones, alturas, etc., convirtiéndola en el arma estratégica de referencia entre las armas japonesas.
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Por ejemplo, en la tradición de ogawa ryû, la serie conocida como bajôgaeshi (lit. contrar al jinete) desarrolla técnicas y tácticas usando la naginata contra un jinete que usa una espada, y adaptadas a un combate en infantería. Por su parte, la serie conocida como kazearashi (lit. tempestad) explota las virtudes de la naginata en giros y cambios de dirección con movimientos difícilmente previsibles por el oponente.
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Con la perdida de la utilidad de la naginata dentro del campo de batalla, su uso se restringió a la defensa de los castillos, y por eso se asoció a las mujeres samurai, las onna bugeisha, que ya tratamos en el artículo sobre ellas en la edición del nº 54, y en el que desgranamos que la razón era precisamente la ventaja comparativa que ofrece para mantener a distancia de seguridad con respecto a los asaltantes. De aquí viene la tradición durante el periodo Edô de que la naginata formaba parte de la dote de las mujeres, con un significado de que ellas guardarán la casa familiar en ausencia de sus maridos.
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Finalmente, no podemos dejar de comentar de que la naginata ha sido un arma típicamente asociada a los monjes guerreros, sôhei (lit. soldado budista). Lo cierto es que esta relación ha sido promovida siglos después y parece que ha sido más una forma de distinguir a los sôhei con respecto a otros guerreros en las obras artísticas, pero quizá no sea tan preciso en lo histórico.


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