La espiritualidad en las escuelas de los samurái

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Fotos por Rebeca Roca Pritchard
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Continuamos con el hilo conductor del artículo anterior publicado en El Budoka 2.0 nº 80, titulado La religión de los samurái, en el que hicimos una revisión amplia sobre el ecosistema religioso japonés. Aunque en dicho texto ya se observaban algunas relaciones derivadas de su proceso de introducción o popularización durante los periodos feudales, en éste vamos a detallar y comprobar la indisoluble relación que tenían las escuelas militares con unas y otras religiones.
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En el contexto actual, las artes marciales han ido sufriendo una metamorfosis de sus propósitos originales, transmutándose de escuelas de formación militar y caminos de autoperfeccionamiento a deportes marciales o sistemas de defensa personal. A diferencia de las actuales, las escuelas clásicas samurái se asemejaban a órdenes caballerescas, imbuidas de un ethos heroico que trascendía lo meramente militar, alcanzando lo divino. Este comparativo es adecuado para que el lector observe que la formación iba más allá de aprender una serie de técnicas de esgrima o de proyección, promoviendo un aprendizaje integral shin-gi-tai (lit. mente, técnica y cuerpo) y la maestría tanto en el ámbito militar como en las ciencias y letras bunburyôdô (lit. literatura y guerra, dos caminos). El samurái, forjado en este crisol, veía su existencia como un servicio a un propósito superior, trascendiendo su propia vida y contribuyendo a la gloria de su clan y su nación. Este sentido trascendental lo impulsaba a recorrer un sendero iniciático de autoperfeccionamiento, comparable al de las órdenes caballerescas medievales.
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Foto Rebeca Roca Pritchard

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Desde que el samurái perdió su estatus a mediados del s. XIX y, consecuentemente, su cometido social, mientras Japón se adentraba en la modernidad, las escuelas tradicionales enfrentaron una profunda crisis de identidad, tal como detallamos en El Budoka 2.0 nº 42 cuando tratamos el Bujutsu y su desarrollo. La búsqueda de una identidad nacional moderna, junto con la influencia de las ideas occidentales sobre la ciencia y la razón, durante las últimas décadas del diecinueve y primeras del veinte reflejaron el tránsito social hacia las artes marciales modernas que, en pro de promover sistemas de educación física y deportivos universales que, aunque se basaban en el acervo marcial tradicional, decidieron secularizarse y prescindir de las técnicas lesivas, así como diluir todo el componente trascendente, reteniendo únicamente un componente moral y de valores universales.
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Esta redefinición alejó a las artes marciales de cualquier componente religiosa que pudiera entorpecer la difusión del sistema. Es por ello por lo que hoy nos puede parecer extremadamente extraño una vinculación marcial con elementos de tipo religioso, además de un retraso o algo que más que no aportar nada, pueda restar al resultado final. Es nuestro propósito trasladar la importancia de este aspecto desconocido o tratado de forma negligente. Y digo negligente porque no es extraño observar en muchas escuelas occidentales elementos como los kamidana (lit. estantería divina, refiriéndose a los santuarios domésticos) que han trascendido el paso del tiempo y que se han reinterpretado, en la mayoría de los casos, como una decoración más que un lugar de culto de los kami que protegen el espacio o la tradición. Esta trivialización de los aspectos religiosos de las artes marciales refleja una falta de comprensión de sus raíces culturales y filosóficas. Es nuestra responsabilidad rescatar esta dimensión perdida y ofrecer una visión más completa y auténtica de estas disciplinas.
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Antes de proceder a explicar cómo las escuelas tradicionales koryu bugei desarrollaron una relación religiosa y cómo ésta era parte significativa de su transmisión, huelga aclarar que eso no implicaba que sus estudiantes tuvieran que completar estudios religiosos o convertirse en monjes o sacerdotes. En el texto del s. XVII heika jôdan (lit. Asuntos cotidianos de las familias samurái) de la escuela Naotri Ryû, en su primer capítulo, Issui sensei detalla que el samurái no debe dedicarse en exceso a asuntos tangenciales en detrimento de su entrenamiento militar, aunque también señala la importancia de profesar una creencia en los dioses, así como los beneficios de prestar respeto a las divinidades de cada lugar. La línea marcada para el samurái es la de un caballero que no desvirtúa su cometido por nacimiento de entregarse a las artes marciales, pero sin alejarse de la relevancia espiritual y religiosa. Esta relación personal con lo divino proporcionaba al samurái un sentido de propósito y un código de conducta que trascendía lo meramente mundano y lo vinculaba con rituales espirituales. Estos rituales, diseñados para purificar el cuerpo y el espíritu, conferir protección y honrar a los ancestros, eran una parte integral del entrenamiento marcial. La participación en estos rituales fortalecía el vínculo del guerrero con las fuerzas espirituales y le proporcionaba un sentido de pertenencia a una tradición más amplia. En definitiva, se aspiraba a lograr ser un guerrero sagrado que enfrenta los problemas mundanos sin desatender los comandos divinos.
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Los mitos fundacionales de una cultura suelen incluir figuras heroicas (y arquetípicas) dotadas de poderes sobrehumanos. Los grandes héroes de todas las culturas siempre contienen un componente legendario, ya sea entrenados por criaturas mágicas, ungido por los dioses o encomendados a cumplir la labor de éstos en la Tierra. Este elemento mítico aporta un simbolismo que convierte a estos héroes en referencias y despejan cualquier duda sobre la arbitrariedad de su cometido o los resultados de sus gestas. Los héroes japoneses no son una excepción, como por ejemplo Minamoto no Yoshitsune al que se le atribuye que fue entrenando por sôjôbô un tengu, criatura mágica, residente en Sôjôgatani, el valle de Kifune, al Oeste del monte Kurama, al Norte de Kyôtô. Las enseñanzas que recibió Yoshitsune por parte del tengu lo convirtieron en el gran héroe de Japón y pieza clave para la victoria de los Minamoto en las Guerras Genpei, donde los Minamoto se impusieron a los Taira. Es en esta historia donde se observa que elementos históricos son entremezclados con la leyenda de ser instruido por criaturas mágicas, legitimando el poder del clan y reforzando los valores de lealtad, valor y honor. Este componente místico no es excepcional en la elaboración de relatos japoneses, donde nos encontraremos en numerosas ocasiones con la propia intervención de dioses, apariciones, etc., que justifican los resultados en un sentido u otro de la historia.
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De igual manera, muchas de las escuelas clásicas presentan elementos míticos en su origen, incluyendo en muchos casos criaturas míticas como fuente de formación de sus fundadores. Ejemplos de tradiciones que aluden su origen a la transmisión por tengu son kurama ryû u ogawa ryû, entre otras. Atendiendo a la leyenda de Yoshitsune y a la primera de las escuelas anteriores, pareciera que el epicentro de la cultura de tengu se centra en el propio Monte Kurama y, aunque es cierto que el citado entorno ha atraído la mayor parte de las leyendas, no es la única, ni muchísimo menos. Montañas como Daisen, Haguro, Hikô, Ômine, Fuji, Katsuragi, etc., presentan leyendas vinculadas a tengu propios.
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Por otro lado, escuelas de relevancia histórica como yagyû shinkage ryû dispone de un documento llamado tengusho (lit. libro de tengu) en el que las técnicas se encuentran ilustradas por tengu instruyendo. Otras escuelas como taisha ryû en su densho (lit. libro de la tradición) presentan también documentos incluyendo ilustraciones de tengu para ejemplificar sus técnicas. Ilustraciones de tengu y de marishiten, una deidad hindú con profundo arraigo en las clases guerreras japonesas, son comunes en muchísimas escuelas que atribuyen a estas figuras una influencia decisiva en su creación y desarrollo.
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En el mismo sentido, denominaciones frecuentes en las escuelas tradicionales como tenshin (lit. verdad celestial), tenjin (lit. divinidad celestial) o shinden (lit. tradición divina) aluden a revelaciones o transmisiones directas por las divinidades. En otras, su nombre hace referencia al santuario shintoista de empadronamiento como los de Katori o Kashima, famosos por sus poderosos kami. Esta conexión sugiere que los fundadores de estas escuelas consideraban que sus habilidades marciales eran un regalo de los dioses y que sus enseñanzas estaban protegidas por las divinidades tutelares del santuario. En otros nombres no se reflejan estos signos indicativos de la influencia divina, pero sus fundadores tuvieron también revelaciones tras periodos de prácticas ascéticas shugyô como Tatsumi Sankyo, fundador de Tatsumi ryû.
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Y por dar fin a este tema, otros fundadores de escuelas como Hôzôin Kakuzenbô In’ei de Hôzôin Ryû era monje del templo Kôfukuji de Nara o Kiichi Hôgen de Kyôhachi Ryû era un reputado onmyôji (lit. maestro de onmyô; ver artículo anterior), aunque este último, así como su escuela, parece ser más un personaje de carácter legendario que histórico. Estas conexiones religiosas reflejan la rica tradición espiritual de Japón y la diversidad de creencias que han influido en las artes marciales. Algunos maestros buscaban en la religión una guía espiritual, mientras que otros simplemente incorporaban elementos religiosos a sus prácticas marciales.
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El lector puede pensar que este puñado de escuelas no pueden representar una realidad de cientos de escuelas, cada una de ellas con una coyuntura particular, pero al menos es indicativo de que en muchas tradiciones esa vinculación no era meramente anecdótica, sino que respondía a una serie de factores interrelacionados. La religión proporcionaba a los practicantes un marco de valores, un sentido de propósito y una conexión con algo más grande que ellos mismos. Además, la práctica religiosa ofrecía herramientas para cultivar la disciplina, la concentración y la paciencia, cualidades esenciales para la maestría marcial. No obstante, todavía no queda resuelta la cuestión de qué relación mantuvieron sus practicantes, no sus fundadores, con esas prácticas religiosas o ascéticas.
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Mientras que en las artes marciales modernas el paso de grados (cinturones) es un proceso de méritos y reconocimiento a los esfuerzos y dedicación del alumno sea junior kyû (lit. clase) o senior dan (lit. nivel), en las escuelas clásicas, que se basan en el sistema de menkyo (lit. licencia), el avance representa un progreso iniciático en el que en cada nivel se estipulan pruebas de paso para adquirir la posición y permiso de estudio de enseñanzas más profundas y el permiso de instrucción que otorga la siguiente graduación. Estas pruebas incluyen juramentos kishômon (lit. juramento escrito a los dioses) o el keppan (lit. sello de sangre), o retiros shugyô entre otros. Sea el formato el que sea todos tienen una vinculación significativa con las divinidades que protegen la escuela. Escuelas como Mondô Ryû incorporan lemas como, literalmente “aplasta al enemigo como Raijin”, haciendo una alusión a la capacidad destructiva del dios de los truenos y rayos, que marcan al practicante una vocación que transciende elementos meramente profanos, protegiendo y guiando a sus miembros.
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Pero la vinculación entre religión y artes marciales en las escuelas clásicas no se limitaba a este tipo de ritos o lemas, sino que además constituían parte significativa de los contenidos de las escuelas. En el propio Bugei Jûhappan (lit. las 18 materias de las artes marciales), que ya hablamos en artículos anteriores, no es extraño incluir como una de ellas el desarrollo espiritual o prácticas esotéricas. Es cierto que dependiendo de cada escuela el nombre varía, así como su objeto y contenidos. Por ejemplo, algunas lo llaman seishin no jutsu (lit. artes del espíritu), otras seishinteki kyôyô (lit. refinamiento mental, espiritual y emocional), pero, en cualquier caso, buscan el crecimiento integral de la persona a través de la meditación y ejercicios esotéricos para el desarrollo interior del practicante.
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En Natori Ryû, una escuela centrada en el estudio de gungaku, estrategia y estudios militares, existe en primer lugar un amplio estudio dedicado a formar a los gunbaisha, los estrategas ocultistas, que realizaban cálculos basados en onmyôdô para identificar los momentos y direcciones auspiciosas, así como técnicas de adivinación, rituales de protección, talismanes, encantamientos y conjuros, etc. Otras escuelas como Ogawa Ryû se nutren de un ingente contenido de origen chamánico de regiones septentrionales de Japón en el que el concepto se extiende a la guerra espiritual.
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En general, se puede indicar que el mikkyô, el budismo secreto, un derivado esotérico del budismo shingon, el shugendô, religión sincrética japonesa que ya comentamos en el pasado texto, así como el ya citado onmyôdô, tuvieron una gran impronta en las escuelas tradicionales, aportando los valores de ascetismo, así como rituales de protección como kujikiri o la creación de talismanes hifu y muchas otras prácticas de carácter ocultista, fomentando el desarrollo espiritual y la conexión con fuerzas superiores.
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Pero más allá de las propias prácticas específicas, las técnicas marciales de las escuelas tradicionales contienen referencias continuas en su ejecución a conceptos vinculados a las religiones como formas secretas de potenciar la efectividad técnica con la intercesión divina. Por ejemplo, sanko en Mondô Ryû se refiere al uso del puño en forma de vajra, el cetro ritual budista, como arma efectiva para finalizar al enemigo. Posiciones, kata, golpes aluden reiteradamente a elementos vinculados al vasto conocimiento espiritual de Japón como una forma de aumentar si cabe aún más la efectividad de sus técnicas, cultivando una mentalidad poderosa en comunión con las fuerzas invocadas.
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En la European Bugei Society creemos que el verdadero dominio de las artes marciales clásicas va más allá de la simple ejecución de técnicas, atendiendo a una formación integral. Al desentrañar los profundos vínculos entre estas artes y las religiones y espiritualidad de Japón, ofrecemos a nuestros estudiantes una comprensión integral que trasciende lo físico. Nuestra enseñanza enfatiza cómo los movimientos, las guardias y los procedimientos se entrelazan con creencias ancestrales, brindándote una experiencia de aprendizaje enriquecedora y transformadora que permite conectar con una tradición milenaria y cultivar cualidades como la disciplina, la concentración y la espiritualidad…


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