La sabiduría marcial al servicio de la sociedad. Violencia filio-parental

Por Guzmán Ruíz Garro
Cinturón negro 7º Dan de Taekwondo
Cinturón negro 6º Dan de Hapkido
www.hapkidoeh.com.
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Cuando le hicimos la primera entrevista, a propósito de la publicación de su libro Conductas agresivas: control y manejo, ya nos adelantó algunos aspectos relacionados con la concomitancia de las artes marciales y el ámbito de los cuidados.
Decididos a profundizar en su análisis, le proponemos disertar sobre la violencia de hijos a madres/padres y la utilidad de los conocimientos marciales en el tratamiento de este fenómeno que, hoy día, parece estar tomando una creciente relevancia social.
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¿Cómo definiría la violencia filio-parental?
La violencia filio-parental abarca el conjunto de conductas reiteradas de violencia física o psicológica dirigida de los hijos/as a los progenitores, o a aquellos adultos que ocupan su lugar. Se excluyen las agresiones puntuales y las que se producen en un estado de disminución de la conciencia.
La violencia filio-parental no es una anomalía que pueda resolverse en el ámbito privado. Los conflictos familiares, y en los casos de mayor gravedad, la violencia ejercida de hijos/as a sus propios padres/madres, afecta también a la integración de los jóvenes en la sociedad, a nivel escolar, laboral y comunitario.
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¿Qué datos se registran?
Durante 2023, 4.416 expedientes fueron abiertos a adolescentes y jóvenes por delitos de violencia filio-parental. Cada año se inician más de 4.000 trámites a jóvenes por este tipo de ilícito, pero sólo se denuncian los casos más graves, entre un 10% y un 15% del total.
La media de edad de los hijos/as es de 15 años y medio. La media de edad de los progenitores es de 43 años. En el 56%, la violencia es ejercida por los hijos y en el 44% por las hijas. El 30% se trata de hijos/as únicos/as. En el 54%, los/as hijos/as han disminuido su rendimiento escolar. En el 23% de los casos, los hijos/as han sufrido acoso escolar. En el 49%, los/as hijos/as presentan algún tipo de adicción. En el 32%, los/as hijos/as han sido testigos de algún tipo de violencia.
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Háblenos de las singularidades de las personas jóvenes que muestran ese desprecio hacia sus padres.
Las características más destacables de los adolescentes con delitos de violencia filio-parental fueron las dificultades escolares y la violencia fuera del hogar, lo que podría vincularse con un perfil de inadaptación social. Además, los infractores que eran violentos hacia alguno de sus progenitores presentaban un porcentaje mayor de trastornos psicológicos que los infractores por otros delitos, y entre los trastornos más frecuentes se encontraban aquellos incluidos dentro de la categoría de déficit de atención y comportamiento perturbador.
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Nos adelantaba usted que los conocimientos marciales son de utilidad social. En el caso que nos ocupa, indíquenos de qué manera se ayuda a atenuar estos conflictos.
En los casos más graves, en los que chicos y chicas menores de edad deben cumplir una medida judicial impuesta por un juzgado de menores tras haber cometido un delito, las educadoras/es que gestionan los centros especializados se tropiezan con un contexto complejo y deben ajustar todas sus intervenciones a una praxis impecable. Concreto: qué hacer ante la violencia auto infligida: comportamiento suicida y autolesiones.
Proteger a la persona que se auto agrede o es agredida tratando de minimizar en lo posible daños físicos es una obligación ineludible. Realizar una inmovilización física personal sería pertinente. Y es aquí donde las técnicas de contención que emanan de las artes marciales juegan un papel primordial. Eso sí, siempre que las y los responsables del cuidado en estos centros hayan recibido una formación amoldada a estas especiales circunstancias. Resalto que la indicación médica es imprescindible.
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¿Existe algún manual autorizado que ilustre las técnicas de contención física que se pueden realizar en estos casos extremos?
Si por ilustrar se refiere a estampar o dibujar cómo impedir que un chico o chica se autolesione, delimitando las secuencias técnicas de control, no existe. Y es en esta coyuntura donde se dan las disquisiciones éticas sobre si es presentable o no impedir una agresión o una autolesión, haciendo contenciones e inmovilizaciones físicas en los espacios de cuidados, sin lesionar o menoscabar a la persona.
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Deduzco que es en este escenario donde los profesionales de las artes marciales podrían aportar sus competencias.
Supongo que para evitar un mal mayor, sí cabría intervenir legítimamente a todos los efectos. Si hubiese una pócima mágica que evitase cualquier angustia o malestar sin recurrir a estos recursos, nos apuntaríamos todos. Nosotros, los expertos en estas lides, también impartimos enseñanzas relacionadas con el autocontrol y gestión del estrés, además de la detección de las conductas agresivas y disruptivas.
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Una última sugerencia.
Los entrenadores de artes marciales que tengan en sus programas recursos para la realización de medidas de contención, inmovilización y conducción, pueden hacer una excelente aportación en la elaboración de un compendio ajustado a la legalidad vigente.
La falta de consenso sobre qué medidas serían adecuadas y cuáles no, deja las intervenciones, la ejecución de las contenciones, al libre albedrío, agravándose los partes de lesiones entre las personas cuidadoras y las cuidadas. Urge consensuar, legislar y remediar…


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