Mar (Hai), Montaña (Shan), Cielo (Tian). Los tres niveles

Por Oriol Petit
Instructor estilo sui-lin-dao
Fotos: Lluc Sánchez
Peilian (Sparring): Manel Sánchez
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Es Domingo, temprano, y tomo de nuevo el tratado de pintura del monje calabaza, Shi Tao. Es un texto que lleva conmigo varios años, pero en cada lectura encuentro matices nuevos que me permiten entender día a día, aspectos del arte y la cultura Oriental. Con ello puedo aplicar conceptos a la hora de mejorar mi aprendizaje y también de mostrar la esencia de las artes marciales.
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No hay dos formas iguales de analizar el texto ya que siempre aparecen matices que se habían escondido en lecturas anteriores. Igual que no hay dos amaneceres ni ocasos iguales, lo mismo sucede con el maravilloso tratado de pintura de Shi Tao.
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Ayer estuve en las montañas y medité sobre los conceptos básicos de los que parto cuando enseño a mis alumnos y alumnas de 1º de la ESO. Siempre les hablo de prevención y de estar “alerta”, que no significa ir con miedo por el mundo, pero sí conectar con el entorno para evitar problemas. La prevención y el ser consciente del entorno (zanshin lo llaman en Japón), son primordiales. Una vez, dicho esto y explicarles que debemos respetar al prójimo y evitar la confrontación, les comento que a veces ésta es inevitable y entonces debemos intentar repeler el ataque o la agresión. Les comento que existen tres niveles: el cielo (tian), la montaña (shan) y el mar (hai), y es fundamental usar todo el cuerpo y fluir en los tres estadios y tomar los ejemplos que nos ofrece la naturaleza, para así ejecutar los movimientos de agarre o esquiva, defensa y respuesta.
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Ayer estuve en (shan) montaña y de alguna manera tambien en (tian) cielo, ya que las nubes de aviso de tormenta de nieve, inundaron la cumbre y parecía realmente que estaba tocando o que me había colado en el paraíso Tusita donde residen todos los budhas. No se vislumbraba con claridad dónde terminaba la montaña y dónde empezaba el cielo. Al llegar a casa, tomé el tratado del monje calabaza y leí que de forma similar a como una montaña está representada en una pintura como un contorno vacío, o que un árbol tiene espacios de no-árbol cuando tiene amputada una rama, las partes del vacío deben completarse con el antagonista, lo lleno. Conceptos tan profundos no pueden ser comprendidos en su esencia si no se experimentan con la práctica de las artes marciales y también gracias a las vivencias que nos aporta la soledad en contacto con la naturaleza.
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Generar el vacío ante un ataque es una de las técnicas fundamentales en el WuShu así como reconducir las fuerzas como hacemos durante la práctica del chi sao (manos pegajosas). Todo ello puede parecer muy místico e irreal, pero sin duda estos maestros llegaron a sus conclusiones gracias a la convivencia con la naturaleza y, por lo tanto, para poder intentar acceder a su legado, debemos usar los mismos métodos que les permitieron llegar a esas verdades, y a su maestría. La obra escrita por el monje calabaza cuenta que los antiguos tenían la certeza de que la tierra (tu), como también el cuerpo humano, tenía su pulso y sus arterias. Esa pulsión (mai dong), se hallaba en las líneas de las montañas.
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También es fundamental analizar las deficiencias de lo tradicional ya que la biomecánica actual y los nuevos sistemas de combate nos muestran pruebas de ello. Aún y así, para innovar es importante conocer, dominar y explorar en las raíces. Y evidentemente, no se aprende a base de tutoriales en Internet.
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El otro día le pedía a una amiga de la provincia de Shandong que me ayudara en la traducción de un concepto que aparece en el texto de Shi Tao. Le expliqué que lo necesitaba para así poder escribir un artículo sobre artes marciales chinas. Ella me decía que no entendía la razón de que le pidiera ese favor porque el libro hablaba de pintura y no de Wu Shu.
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Pintura antigua (guo hua), caligrafía (shou fa), artes marciales (wu shu) y contemplación de la naturaleza (zi ran), van todas unidas y se complementan. La circularidad, la linealidad y la fuerza de los movimientos de las artes marciales se aprecian mucho mejor cresteando en el Pirineo con vientos de más de 70 km o experimentando al temible torb, que arrastra consigo la nieve acumulada sin permitir la visibilidad a 10 metros. El vacío se aprecia con más calidad contemplando las tormentas del mar o nadando con anuncio de bandera amarilla. Superar el miedo y el estres que genera una situación de confrontación en la calle y la serenidad que se debe tomar, se entrena también yendo solo a alta montaña y perdiéndose en ella (sin quererlo) en invierno y sin cobertura. En ambos casos se conecta el modo supervivencia. La plenitud en la ejecución de un movimiento se puede emular en la mística experimentada en verano con luna (yue) llena, bajando por el camino del cremallera en la Vall de Núria. Así, de esa forma, experimentando los elementos de la naturaleza en el viento (feng), la nieve (xue), la lluvia (yu), el agua (shui), las tormentas (ji), y aproximando el alma (xin ling) hasta (tian) el cielo, se comprende todo un poco mejor aunque ello te lleva toda una vida.
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Para dar forma a todo aquello citado con anterioridad, debo hablar a mis alumnos de algún elemento concreto que les permita memorizar los movimientos y cohesionar la teoría. Debo presentarles un conector, y éste acostumbra a ser un dragón (long), aunque a veces es un ave fénix (feng huang). Los dragones en oriente son buenos y protegen a los hombres de las calamidades y el ave Fénix representa la virtud y la gracia. Estos dos seres mitológicos son los encargados de viajar a través de los ciclos de la naturaleza y de ejecutar los movimientos. Para grabar las técnicas, sus manos, brazos, piernas, tronco… mimetizan a esos animales mitológicos que viajan a toda velocidad cruzando los tres niveles de mar, montaña y cielo. A veces deben hacerlo lento. Long, o feng huang, aprovechan la fuerza del viento, o del agua o de la tormenta para moverse, esquivar, bloquear, adaptarse, contrarrestar, vencer. En otras ocasiones deben imitar la suavidad de la brisa de una tarde de verano o la calma que genera el degoteo pausado de una hoja minutos después de terminar de llover. El cuerpo y el alma de mis alumnos y alumnas imitan al dragón o al ave Fénix y deben aprender a moverse con armonía para integrar las técnicas y sobretodo para pulir el diamante en bruto que son…


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