Mi Wing Chun, mi verdad

Por Nino Bernardo (entrevista)
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EL INNOVADOR QUE PRESERVA LAS TRADICIONES (2ª parte)
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Por Bozhidar Stanchev (Bulgaria)
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Con Nino no aprendemos de la manera formal y convencional de maestro-alumno, porque él no “enseña” en el sentido estándar de la palabra. Sus alumnos, si tienen necesidad y deseo, pueden aprender de él tanto como quieran y también de la manera que logren encontrar. De hecho, ambos (alumno y maestro), recorren un camino juntos y, al pasar tiempo con el maestro, el alumno aprende lo que necesita, sin que esto sea la forma formal de enseñanza que conocemos de la escuela. Así, el viaje conjunto por el camino del Wing Chun transforma a ambos. Es un crecimiento similar a un entorno familiar, donde el conocimiento proviene de la comunicación y en el contexto de lo que sucede en el camino que comparten.
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Gracias a esta cálida y amistosa atmósfera en los entrenamientos, se reafirmó en mí la concepción que Nino también propaga ampliamente: que Wing Chun no es la habilidad para una forma agresiva de pelea callejera, en la que se manifiestan los complejos de inferioridad personales y se desarrolla un gran ego, sino un arte marcial a través del cual podemos desarrollarnos y expresarnos. Su estrategia y sabiduría están diseñadas para evitar caer en situaciones críticas y, de hecho, para que no tengamos que encontrarnos en ellas; y si llegamos a caer, para manejarlas con facilidad. Wing Chun consiste en aprender a ser menos tontos o a reducir nuestra propia estupidez a través de la práctica.
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Nino Bernardo y Bozhidar Stanchev

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Como dice el conocido refrán: “si te han enseñado a usar solo un martillo como herramienta, cada problema te parecerá un clavo”. Es popular la idea de que Wing Chun es únicamente combate, lo que forma una comprensión y limita los medios de expresión. Tal entendimiento del Kungfu construye un medio de comunicación a través del dominio y la superación de obstáculos con fuerza, en lugar de mostrarnos un camino para la comunicación y la interacción: un camino para crear puentes, similar a la segunda forma en Wing Chun, la cooperación y el intercambio de experiencias como en Chi Sao, la apertura y la estimulación de la búsqueda de nuevas ideas y soluciones, como en el concepto de Man Sao.
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Todas éstas son ideas relacionadas con los conceptos del combate, pero que los trascienden en un aspecto más profundo y pueden adquirir un significado mucho más amplio en nuestra vida cotidiana, lo que, a su vez, ampliará nuestra práctica en la sala de entreno, llevándola más allá del kwoon a nuestra vida diaria.
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Para mí, Nino es el innovador que preserva las tradiciones. Cuando en una conversación intentan hacerle alguna pregunta provocativa, él siempre responde como en zen koan, cambiando de tema, con una anécdota o con el habitual “¡Sí!”. Esta forma de respuesta indirecta, en mi opinión, es una manera de responder sin nombrar las cosas directamente, porque deben existir en su forma equilibrada y tener en sí mismas lo que son, y al mismo tiempo incluir su parte opuesta para estar en armonía. Dado que es imposible expresar ambas cosas al mismo tiempo, esto se logra a través de anécdotas o frases absurdas que contienen la respuesta y su opuesto para mantener el equilibrio.
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A menudo, las personas que ven a Nino por primera vez le hacen algún cumplido sobre las artes marciales sin conocerlo, solo por pura cortesía, y su reacción de responder con una broma o anécdota parece una muestra de humildad, pero en realidad tiene como objetivo mantener el equilibrio y no dejarse llevar por los cumplidos, similar a mantener una posición correcta en Wing Chun. Es como si, cuando intentas atraparlo con un cumplido, para “desarmarlo” –similar a un intento de atraparlo en una posición incómoda o con un golpe– él se escapa con una frase loca y absurda, una reacción espontánea en Chi Sao, dejando a su compañero atónito. Así evita los clichés y la obligación de responder a los estereotipos creados por las películas de Kungfu.
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Ser un rompedor de mitos es una manera excelente de resolver una situación difícil y una aplicación directa de Wing Chun en la comunicación. No usar esas armas que el oponente supone que sacarás es una sorpresa, y la confusión se mantiene hasta el último momento por la naturalidad, la sonrisa y la calma de Nino… ¡y esa es la actitud correcta!
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Muchos que hoy comienzan a practicar artes marciales han formado su visión en gran medida a partir del cine y, esclavizados por los clichés, intentan transferir sus sueños a su futuro maestro. En este sentido, Nino es realmente un implacable rompedor de mitos. Sin intentar cumplir con las expectativas de la gente y del mercado, destruye inclementemente las ilusiones impuestas por el cine, que los maestros no son humanos, sino extraterrestres con súper-poderes.
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Viviendo y siguiendo su propio camino natural, desde fuera parece que se ha colocado en el lado opuesto de la distorsionada fantasía comúnmente aceptada, pero en realidad la equilibra y la muestra honestamente en su totalidad armónica. La gente viene con la idea de las películas de Bruce Lee y Shaolin y, además de ilusiones en sus ideas, también tienen algunas sobre la práctica de Wing Chun. Si las ilusiones conceptuales son difíciles de tragar, las de la práctica a menudo son una barra casi imposible de saltar. El grado de dificultad en el entrenamiento aumenta al pasar los límites de un simple requisito físico hacia los detalles de la forma y la estructura en Wing Chun, lo cual es en sí mismo muy difícil.
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A esto se suma la actitud y educación necesarias, donde el practicante debe buscar el equilibrio para ser pleno. Todo esto, por supuesto, es solo y únicamente por deseo del estudiante. Un proceso que recuerda mucho a las antiguas novelas de wuxia. Quiero subrayar que esta no es una pretensión de Nino, sino solo mi comparación personal.
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De hecho, Nino no comparte la mirada romántica cinematográfica hacia las artes marciales, sino que prefiere la práctica viva e incesante, siempre con un buen ánimo, ideas locas y un humor inapagable.
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El enfoque general de Nino en la vida y en los entrenamientos te hace reír o llorar, en cualquier caso no puedes permanecer indiferente, porque o te gusta de inmediato o no. Este enfoque espontáneo e intempestivo, similar a un tornado, te presenta una elección que debes hacer tan pronto como lo conozcas. Es como si primero te atrapara con su humor y la ligereza de su carácter, y luego te pusiera a prueba y te provocara para ver si podrías resistir en las situaciones peculiares que enfrentaríais juntos.
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Muchos son cautivados por su encanto, pero no logran soportar la intensidad de la calidad de práctica que exige y el equilibrio en la relación con él. He visto a muchos que llegan con una idea en la cabeza influenciada por las películas wuxia, esperando ver un maestro shaolin, y cuando lo encuentran en la persona de Nino, no logran pasar las “pruebas”, porque no aguantan la presión y se rinden. Te preguntarías, ¿qué presión? ¿No escribiste arriba sobre diversión y placer? En realidad, la práctica diaria es dura y agotadora, pero los desafíos emocionales y los acertijos mentales son lo que “voltea el carro”. Porque, cuando eres aceptado para entrenar con Nino, comienzas a aprender no a luchar contra tus compañeros, de fuera –ellos son solo un detalle–, sino contra el enemigo dentro de ti, que te sabotea y te hace fracasar. Mover las manos en el aire mientras fantaseas es seguro, allí inviertes y construyes tu ego; pero es diferente estar listo para abandonar tus visiones previas, prejuicios y limitaciones en el proceso de aprendizaje y aprender como si no supieras nada.
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Al principio, eso asusta. Convertirse en un niño curioso que ve algo nuevo no es fácil, porque todos tenemos experiencias previas y un sentido de autoestima por haber construido algo, y es casi imposible dejar atrás el bagaje acumulado  por alguien, aunque sea el mejor maestro. Así, las personas no están preparadas para la presión emocional y mental y los cambios que surgen durante la difícil práctica física. No hablo de técnicas psicológicas, sino de la disposición de las personas para ver sus debilidades y errores, reconocerlos y seguir adelante sin capitular o irritarse. De hecho, ninguno de nosotros está preparado para enfrentar nuestros errores, porque nuestra mente está diseñada para ocultarlos, para que podamos avanzar sin vivir con un sentimiento de culpa y sin sufrir traumas emocionales (esa es también la razón por la que no vemos nuestros propios errores, sino que siempre culpamos a los demás).
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En Wing Chun te acostumbras a que la perfección es una cima que sigues incansablemente, pero sin perseguirla con desesperación, simplemente siguiendo por el camino sin desviarte. Ver y reconocer un error es difícil, pero es un tipo de preparación mental y emocional que se adquiere con el tiempo, para lidiar con las pérdidas en el camino del guerrero; cada uno de nosotros debe gestionar a diario su estresante vida, trabajo, familia, etc. Hoy en día, todos nos enseñan cómo ganar, y en una competición, solo hay un ganador. En realidad, nadie nos enseña a lidiar con la derrota y cómo aceptarla, y eso es, de hecho, la parte fundamental de la supervivencia en el camino del guerrero. No nos explican cómo aprender a perder y realmente sacar provecho de encontrar nuestros errores, extraer lecciones y emocionalmente superar el problema con una sonrisa.
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El Wing Chun de Nino cambia tu actitud hacia el mundo. A través de las técnicas que aprendes, también se trabaja en la persona que las realiza, y esto requiere un cambio para que el aprendizaje sea auténtico. ¿Cómo aprendes algo si no te cambia y no te conviertes en alguien diferente después de haberlo estudiado? Incluso la nueva ropa que te pones te cambia; ¿por qué esperamos que las nuevas habilidades de Kungfu nos dejen igual en carácter y comprensión? No sería un verdadero Kungfu si, con el cambio de hábitos y el desarrollo de las habilidades de nuestro cuerpo, esto no se refleja también en nuestro nivel emocional y en nuestra comprensión de las cosas. Por supuesto, cuando hay un maestro que te observa y te guía desde fuera, y que presiona los botones necesarios en un plano emocional, llevándote al límite no solo físicamente, sino también emocional y mentalmente, esto comienza a parecer aterrador incluso para personas con una cantidad sólida de experiencia.
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Muy a menudo, en el practicante, el ego se manifiesta a través de insultos, desacuerdos y la afirmación de su propia opinión, y la situación se siente como una opresión. No solo experimentas físicamente los límites de tus posibilidades, sino que sientes que lo mismo ocurre en el plano emocional. Siempre me ha parecido que esto se asemeja a las pruebas que el maestro Chan (Zen en japonés) aplica a los monjes del monasterio Shaolin; esta comparación es fruto únicamente de mi imaginación y no está relacionada con alguna pretensión objetiva de Nino, simplemente es mi sensación sobre la situación. Como sabemos, Wing Chun es un arte marcial del sur de China, cuyas raíces se encuentran en el monasterio Shaolin, que es la cuna y lugar de creación del budismo Chan (Zen). Así, en Wing Chun, a través de las superposiciones culturales del arte, las prácticas, los principios, los nombres de los movimientos, etc., también se transmite una parte del budismo Chan como filosofía, incluso si es de manera inconsciente. Por supuesto, se sabe que durante el siglo pasado en Hong Kong se buscó deliberadamente racionalizar la enseñanza de Wing Chun como habilidad de combate y oficio mediante la eliminación intencionada de los antiguos rituales y las costumbres culturales obsoletas, para modernizarse con formas de explicación más cercanas a la ciencia. De esta manera, el arte marcial se queda como una habilidad pura, como una herramienta.
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En mi opinión, los métodos de Nino recuerdan mucho al budismo Chan, sin que él mismo lo haya buscado o pretendido. Usando métodos innovadores para entender y enseñar un conservador arte de la guerra, Nino descubre muchas profundidades y detalles. El hecho de que sea una persona del este, influenciada y formada en la cultura asiática, no le impide tener ideas innovadoras y vanguardistas para el desarrollo de Wing Chun; es lo que define su personalidad cosmopolita. A través de enfoques innovadores, da un giro y, de hecho, regresa sin darse cuenta a las profundidades del olvidado estilo de enseñanza oriental.
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Al final, me gustaría recordar una vez más que todo lo que se ha dicho hasta aquí es solo mi interpretación y visión. Es muy probable que estos más de 20 años de comunicación con Nino hayan sido para mí…


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