Por Oriol Petit
Instructor estilo Sui-Lin-Dao
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Repito de nuevo la lectura de una de las biografías sobre Bruce Lee. Esta vez me centro en los puntos donde habla del cultivo del espíritu. Y ello me lleva a pensar en la práctica de las artes marciales en entornos naturales. El recuerdo me transporta hacia parajes llenos de paz cerca de la naturaleza, tanto en el mar como en la montaña. Tomando el hilo de mis pensamientos, ello me conduce hasta la poesía china de las dinastías chinas Tang (617-907) y Song (960-1127) ya que la poesía clásica tang shi (唐诗) song ci (宋词) completa su riqueza estética junto a la pintura gu dai shan shui hua (古代山水画) y al arte de la caligrafía shu fa (书法). Y en las tres modalidades artísticas mencionadas hay un elemento común con las artes marciales chinas y su génesis: la mímesis, la copia de los ritmos y movimientos de la naturaleza. En las imágenes recreadas en la poesía, o en el trazo de la caligrafía artística o en los cuadros de Wu Tao Tzu (680-760) o del mismo poeta y pintor Wang Wei (699-759), se plasma el palpitar de la vida y la mística y la belleza de la naturaleza. Durante el reinado de los emperadores Thai Tsung (627-649) y Kao Tsung (650-683), así como del reinado de la emperatriz Wu Tse Thien (684-705) y del emperador Hsuang Tsung (712-756), la corte de Chang-an fue una de las que aportaron más esplendor en Asia. Dejando de lado la polémica que inició el prosista neoconfucianista Han Yu (767-824) contra la mística del taoísmo; me voy a centrar precisamente en ésta.
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Espiritualidad, taoísmo, naturaleza y artes marciales chinas (no hablo de otras latitudes) se encuentran en una misma esfera. Podemos poner casos muy concretos entre los poetas como Han Yu (768-824) que comenta que hay una relación directa entre la energía interna o qi (气) y las palabras ya que el 气 se comporta como el agua donde éstas flotan. Incluso este juego con la naturaleza y con lo inacabado, y con el vacío, se constata en la estructura más tradicional de la arquitectura china donde el tejado ting (亭) no pretende cerrar el edificio sino que da la sensación de desear participar de la luz y el viento, y aparece el predominio de los espacios vacíos sobre los llenos. La vacuidad, lo inacabado, lo imperfecto forma parte de la cultura de Asia.
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Hace unos días; hablando con una amiga sobre la comunicación verbal y la expresión de los deseos y los sentimientos, me comentaba un dicho popular que afirma que los peces deben vivir en aguas un poco turbias, ya que así pueden esconderse y sobrevivir. El misterio, el vacío, lo no dicho, lo sugerido, forman parte de su forma de hacer. También en Japón bajo los conceptos sabi, wabi, shibui.
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Lo dicho anteriormente me hace volver a pensar que en la práctica de las artes marciales es necesario forjar la parte interior ya que es la base de todo aunque ésta no es suficiente. La metáfora (que no es mía), es la de un carro que se mueve sobre dos ruedas. Son igual de fundamentales la parte técnica y la formación interna. Y para ésta, el silencio, la armonía, la naturaleza, el estudio del taoísmo chino o de los sutras principales del budismo, que provienen de la India, nos pueden ayudar.
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Los poetas chinos abrazaban la naturaleza y la contemplación, y es así como se puede leer en muchos de sus poemas. También seguían ese sendero los estilos de lucha. No sólo como mímesis de los movimientos de los animales o del viento en su circularidad o tempo, sino también como forma de conectar con lo originario…
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