Senpai-Kohai: el sistema jerárquico en la Sombra

Por Ellis Amdur
Artículo traducido del blog de Ellis Amdur:
https://kogenbudo.org/blog/
Traducción: Juanlu Cadenas de Llano
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Hace varias décadas, mis amigos Phil y Nobuko Relnick, miembros de alto rango de Shinto Muso-ryu y Tenshin Shoden Katori Shinto-ryu viajaron a Portugal. Visitaron una escuela de Jogo do Pau. Phil y Nobuko querían rendir el debido respeto a la escuela que estaban visitando, y con unos modales japoneses adecuados, preguntaron: “¿Quién es el instructor?”. Los más mayores se miraron algo perplejos, hablaron entre ellos y, señalando a uno dijeron: “Probablemente él. Es el más mayor.
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Las artes marciales arraigadas en un emplazamiento, ya sea una aldea, una comunidad de cazadores-recolectores, o una facción en una ciudad, a menudo no tenían rangos, en el sentido en que lo imaginamos. Más bien, las personas con mayor habilidad (de cualquier edad) eran atesoradas y respetadas por su utilidad, y los más mayores eran respetados por su conocimiento, su historia y su autoridad como ancianos. Este es ciertamente el caso en Japón. Durante miles de años, las aldeas y los cazadores-recolectores se protegían y se organizaban utilizando los mismos sistemas jerárquicos que mantuvo intacto al resto de su sociedad. La habilidad y el valor tenían su reconocimiento, y la edad y las acciones pasadas conferían autoridad. Incluso después de que el gobierno central de Yamato se uniera mediante el reclutamiento militar, hubo bandas de guerreros en las áreas fronterizas que eventualmente se convirtieron en bushi. Tenían líderes, sin duda, pero dentro de sus bandas, la antigüedad (tanto la edad como la entrada en el grupo) tenía un peso considerable. Esto aún se aplica en las artes marciales japonesas de hoy. El senpai tiene autoridad simplemente por estar allí antes.
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Podría escribir extensamente sobre los problemas que puede fomentar este sistema. Los sistemas de clubes de escuelas secundarias y universidades japonesas están plagados de abusos, y el horroroso nivel de atrocidades cometidas por los japoneses en la Segunda Guerra Mundial, convirtiendo áreas de China en un Auschwitz al aire libre, fue alimentado, en gran parte, por la imposibilidad percibida de desafiar las demandas de los superiores. Pero dejemos esas discusiones para otro momento.
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Particularmente cuando se habla de cultura marcial, que concierne principalmente a la violencia, uno se puede enfocar fácilmente en lo peor. Dentro de esa misma cultura marcial existen algunos de los mejores aspectos de la humanidad, y eso es fomentado también, en parte, por un sistema natural de veteranía.
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Hablemos, específicamente, sobre el papel de la veteranía dentro de los koryu bujutsu. Hay dos aspectos en esto: la forma más obvia de antigüedad es quién se unió al ryuha primero; el segundo aspecto es quién se unió a un dojo específico primero, porque, dirigido por diferentes shihan, el dojo puede tener diferentes culturas y diferentes jerarquías dentro de las cuales debe encajar un invitado de otro dojo, un “semi-extraño”.
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Un ejemplo perfecto de esta complejidad lo muestra uno de mis antiguos alumnos, GM, que comenzó a entrenar en Toda-ha Buko-ryu en el Dojo Hokusei de Atenas. Se mudó a Japón, y cuando esto resultó ser a largo plazo, se unió oficialmente al Nakano Dojo de Kent Sorensen sensei, soke-dairi del ryu, convirtiéndose en su alumno. En términos de años de entrenamiento en Toda-ha Buko-ryu, creo que estaba en algún lugar entre los miembros de nivel medio alto del Nakano Dojo pero, en otro sentido, era el miembro de menor antigüedad del dojo en el momento de su entrada. Así pues, tuvo que encontrar su lugar apropiado.
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Es aún más complejo, porque la certificación de uno (shoden, chuden, okuden o mokuroku, menkyo, inka, por nombrar dos “secuencias” de rango) también juega un papel en esto. ¿Cómo se “calibran” estas designaciones de jerarquía algo superpuestas y ligeramente conflictivas? Kan ‘intuición’, algo basado en el conocimiento cultural, una observación de la forma en que el líder del dojo trata a cada individuo y la forma en que la persona en cuestión se integra a sí misma dentro de la cultura del dojo. Y si no funciona, los miembros más antiguos de la escuela (y raramente, el shihan) ayudan al nuevo miembro a recalibrarse para integrarse adecuadamente.
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Se podría plantear una pregunta: ¿no debería la escuela tener un libro de reglas, un manual de comportamiento que se entregara al estudiante al ingresar? Bueno, podría ser, pero sólo en términos generales. En muchas escuelas se ofrece un kishomon (juramento de sangre), que da algunas condiciones generales para la entrada. (Ver el libro Koryu Escuela Antigua, para un análisis detallado de estos juramentos). Sin embargo, el kishomon da solo unas pocas condiciones, mientras que aquí estamos hablando de una gama muy compleja de valores y comportamientos, la suma total de la arcaica cultura marcial japonesa. Téngase en cuenta esa frase: “cultura marcial”. Para sobrevivir verdaderamente en encuentros de alto riesgo, uno tiene que desarrollar una sensibilidad exquisita hacia otras personas, tanto para con los propios aliados como con los enemigos. El desarrollo de kan es esencial. ¿Cómo se puede desarrollar la capacidad de intuir el nivel de confianza de la propia gente, o la intención de los adversarios, a menos que sea parte del entrenamiento? Estar en tensión, preocuparse de que uno pueda ofender mortalmente a su maestro o a los antiguos del dojo, requiere que uno desarrolle una aguda sensibilidad momento a momento…


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