Sin Ofender: Open minded

Por Tengu

 

Desde que las artes marciales se asientan como escuela, como centros de adiestramiento para el combate, la fundación de las mismas recae sobre dos pilares: recopilar y enseñar lo más efectivo de lo aprendido, y a su vez lo que me ha salvado la vida. Recopilar lo aprendido, no de uno, sino de todos los maestros que haya conocido. Antiguamente, un maestro fundaba una escuela, una corriente, un estilo, después de fusionar movimientos, técnicas y estrategias de varios maestros y corrientes que hubiera aprendido, compilando lo que le parecía mejor y desechando lo que le parecía peor. Estas amalgamas, surgían de la mezcla de no una, sino varias disciplinas, a veces de media docena. Los antiguos, que sabían algo sobre el combate y proteger la vida (preparándose para la muerte) tenían una mente muy abierta. La valía de un estilo o de su practicante, se medía (y debería seguir midiéndose) mediante 2 baremos incontestables: con quién aprendiste, y durante cuánto tiempo. Si el profesor tenía reputación, y mi entrenamiento con él fue regular y prolongado durante años, la mitad del crédito estaba cuando menos demostrado.

Ellos estudiaban con quien les parecía mejor, estudiaban la misma disciplina bajo diferentes estilos, se centraban en una, pero asimilaban la estrategia y los preceptos de otras. Sin ningún tapujo. Eran los inicios del cross training y las mixed martial arts. No existe ni una sola tradición “pura”. Todos los maestros y expertos entrenaban y aprendían de todos, incluso hasta hace no muchos años. Tenemos ejemplos muy cercanos en el Karate, Judo, Aikido, Kung fu, Eskrima, Silat, Hapkido,… Quid pro cuo. Ninguno se sentía amenazado, ninguno se sentía temeroso. Todos se enriquecían y se respetaban, comprendiendo las carencias y las virtudes de cada uno. Ahora bien, esto, lamentablemente, está empezando a desaparecer. Estamos sobrevalorando a las disciplinas y a los maestros. Estamos sumergiéndonos en la endogamia y en las pleitesías absurdas. Mi maestro es el mejor, mi disciplina es la más buena y yo soy la repera porque salgo en las revistas. ¿Por qué somos así? ¿Por qué tenemos miedo de aprender de alguien que sea mejor que nosotros en algún ámbito, llámese técnica de golpeo, lucha en el suelo, autodefensa o manejo de armas? Somos mezquinos, arrogantes, soberbios y esclavos de nuestra propia frustración. Tenemos miedo a lo desconocido, miedo a que dejen de fijarse en nosotros, miedo a perder alumnos, miedo a quedar en evidencia, miedo a la soledad, al fracaso,… tenemos demasiado ego para ponernos el último en la fila de una clase, a pesar de estar cargados de grados en otras disciplinas. Necesitamos el reconocimiento continuo, la autocomplacencia… Somos esclavos del ego y la ignorancia. Sabemos de nuestras carencias, sabemos que carecemos de la verdad, pero no queremos esforzarnos… (artículo entero en la revista).


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