Sobre el caos disciplinado

Por Oriol Petit
Instructor de Sui-Lin-Dao (彊죵돛)
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Nos encerramos en una estrecha ceguera. Con la nariz contra la pared. El que no se aplica en el estudio de Zhou Nan y de Zhao Nan es como el que permanece con la nariz contra la pared (Rèn ér bú, wéi zhou nán zhao nán, qí yóu zhèng qiáng miàn ér lì ye yu훙랍꼇槨鷺 켓켕梁켓, 페畓 攣 蘠 랍 접冷宅).
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Leo esta frase del maestro Confucio y la dejo “reposar” durante mucho tiempo mientras sigo la práctica diaria de las artes marciales. En casa, cerca del mar, en la montaña… intento mejorar mi postura corporal, tomar conciencia de cada movimiento y ángulo de ejecución, mejorar mi temple. Claro está, ello me ayuda a forjar mejor mi interior y mi carácter, con sus aspectos buenos y también con los defectos a pulir. La vida es un camino de superación. A veces practico con los cuchillos o con la espada a los que intento convertir en parte de mi, como el pintor o el escritor de caligrafía shu fa 蝎랬. Hay, por tanto, un trabajo técnico muy importante al que se refiere Confucio en el fragmento anterior. Seguiremos casi ciegos si permanecemos con la nariz pegada a la pared, y se nos van a abrir horizontes si estudiamos a los sabios y si tomamos distancia de lo cotidiano ya que vamos a percibir las cosas con más amplitud.
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Así que insisto una y otra vez en corregir mis errores técnicos y también constato, segundo a segundo, que en la disciplina que practico y enseño, lo importante no es la fuerza sino la limpieza en los movimientos. Debo adaptar mi estilo a mi propia constitución, peso, altura, lesiones del pasado fruto de la mala praxis en algunas disciplinas y también adecuar las clases a la constitución y características de mis alumnos ya que no todos los cuerpos son iguales, ni tampoco los umbrales de dolor o grado de flexibilidad. Así que nunca hay suficiente estudio y, por ello, aplaudo las palabras del maestro. Sin embargo, desde mi modestia pero después de más de 40 años de práctica de las artes marciales, veo otros aspectos muy importantes que me alejan de la tradición y de lo que es ortodoxo.
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No todo es técnica, ni estudio, ni repetición hasta quedar exhausto, porque entonces se genera también la parálisis. Lo ortodoxo no permite la creatividad así que hay un momento en la vida en el que es positivo perder de vista lo institucionalizado. Es importante romper y des-estructurar. Pero para apartarse de lo puro y de lo “correcto” es necesario llevar en las espaldas muchos años de práctica ya que si no hay una base, no es posible crear nada. Innovar lleva mucho sacrificio porque vas a tener que oír muchas críticas del exterior, de las federaciones, de maestros, de compañeros de entreno, de lo normativo, porque de alguna forma te has convertido en un rebelde, en un proscrito. Sin cambio, sin renuncia, no hay revoluciones. ¿En qué se asemejan, por ejemplo las formas antiguas de lucha chinas con el moderno Sanda o Sanshou? ¿Qué es realmente efectivo en una lucha real en la calle? En mis clases intento enseñar a los alumnos de la escuela, prevención, astucia, humildad, que no se metan en problemas y que en el caso de que no puedan rechazar una agresión, tengan alguna opción de salir airosos o con el menor grado de daños. Intento también modelar su carácter, auto-control, disciplina, equilibrio y constancia.
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Aquello indicado anteriormente no es una tarea fácil. Vivimos en un mundo donde todo cambia muy rápido. Hay expertos que ya afirman que con la velocidad en la que funciona todo, en pocos años, en lo que concierne al ámbito de la técnica o de la ciencia, viviremos momentos asombrosos. Aquello que será vigente a nivel de conocimientos por la mañana, ya será obsoleto cuando oscurezca el día. Los avances científicos que se transmitan en las aulas de las universidades serán obsoletas muy pronto debido a la rapidez en que todo evoluciona. Parece una exageración, pero así lo dicen los expertos. Por otro lado, todos los que damos clases a chicos y chicas jóvenes, sabemos la tipología de los alumnos en la actualidad, que se caracterizan por la gran avidez de conocimiento del mundo que les rodea (youtubers, influencers, tick-tockers, instagramers…), deseo de resultados rápidos y gran capacidad de rebatir lo que indica el profesor ya que tienen mucho acceso a información falsa o no. Viven en un mundo en que parece que toda persona puede opinar de cualquier tema y en el que los valores del esfuerzo y la constancia, no están muy valorados. Por tanto, hay dos aspectos a tener en cuenta, ser maestro y ser sincero con uno mismo y entrenar y repetir, pero no estancarse ni por uno mismo ni por lo que los alumnos van a necesitar y o exigir. La tradición es importante pero no es suficiente.
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Un caos disciplinado, es el título del artículo. Parece una frase complicada o absurda pero es la idea que intento transmitir y a la que he estado dando muchas vueltas mientras tomaba contacto con la naturaleza, contemplando el cambio en el movimiento de las olas, en el bramido del viento en las montañas o en el discurrir de las aguas en los torrentes de las montañas. ¿Caos? La razón para utilizar el término es porque el deseo constante de innovación y mejora del estilo que enseño, puede parecer fruto del desorden, sin reglas ni método. Aún y así, se esconde en él una unidad, una cohesión y disciplina interna. La idea, no es nueva sino tomada de otros pensadores o y tradiciones. Ya en el mundo de las artes marciales y en las artes de lucha se han realizado muchas revoluciones. Podemos citar la creación de todos los estilos Do japoneses (do como camino), a partir de las técnicas antiguas de lucha militar (jutsu). Así nació el Judo en manos de Jigoro Kano. Otras revoluciones fueron la aparición del Sambo, nacido en la antigua Unión Soviética, o el Jeet Kune Do de Bruce Lee, o la lucha Krav Maga en Israel y podríamos seguir con un largo etcétera.
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Innovación a partir de la tradición. El mestizaje es riqueza, pero consiste en mezclar desde el conocimiento profundo de los ingredientes que se usan. En caso contrario es una chapuza. Llevo muchos años de práctica de diferentes disciplinas. Para mi el cambio es preciso pero no todo debe ser cambio. El concepto “todo es cambio” es una aporía, un sinsentido, una paradoja ya que si todo es cambio también es cambio el cambio. Existe una unidad y directriz en el cambio, de forma parecida al orden que siguen las estaciones del año. Se suceden la primavera, el verano, el otoño y el invierno, y en el dinamismo de la naturaleza, hay la repetición de nuevo de primavera, verano, otoño, invierno. Así que, aún y siendo del todo necesaria la repetición de las técnicas y el aprendizaje de la base y de la tradición, también hay un momento de desapego en el que interviene el instinto, el corazón (shin) que innova, se libera y se desprende.
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Cada uno evidentemente toma su camino y hay escuelas que siguen hasta el milímetro a la tradición en sus katas, embusen, pumse, técnica, uchi komi… Lo que presento es una propuesta, una idea más. Ya los antiguos calígrafos chinos advertían de la necesidad de practicar infinitamente el trazo y seguir a los maestros, pero también en el arte de la caligrafía china shu fa (蝎랬) se decía que para ejecutar la perfección de un sólo trazo, era necesario dejar ir al corazón y fundirse con el pincel, con la tinta y con el papel. Ese paso que les llevaba a la maestría, no se aprendía del maestro, se conseguía después de muchos años de práctica. El corazón debe estar vacío, advertía el artista Li Rihua, que afirmaba: “se debe tener conocimiento de que “manchar” el papel con una sola gota de tinta, no es un cometido fácil: es preciso que el corazón se vuelva pleno y vacío y sin contener nada material“ (Nai zhi dian mo luo zhi, da fei xi shi, bi xu, xiong zhong, kuo ran wu yi wu켄列番카쭝笭, 댕렷玖慤, 극 湑 禽 櫓 郀 횔 鷡寧膠)…


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