AULA DE INSPIRACIÓN:
Manteniendo vivas las enseñanzas de Hatsumi sensei
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Por Masaaki Hatsumi
Del texto El ninja moderno (Seigan Ediciones)
Sección adaptada, dirigida y supervisada por:
Pedro Fleitas González (Bujinkan Shitenno Daishihan)
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Cuando pienso en el mundo de aquellos que pasan por ser ninjas desconocidos, suelo recordar que muchos de ellos lejos de las crueldades o maravillas que nos presenta el cine, tuvieron una existencia bastante normal. Trabajaban, comían, dormían y morían sin que nadie se fijara especialmente en ellos. Cuando la ocasión es propicia los rumores populares los ensalzan o al contrario los hunden en la mayor de las miserias.
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Recuerdo que en los Estudios Toei, ayudando a dirigir las escenas de lucha, el director me dijo que el famoso ninja Jshikawa Goemon era un tipo detestable, que era un ladrón miserable y no tenía una explicación lógica para justificar su mala conducta social, aunque reconocía que era un gran experto en el arte de camuflarse para conseguir sus objetivos. Por mi parte me callé y asentí sin confesarle que para mí, Jshikawa Goemon es uno de los personajes que mayor respeto me inspiran.
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El maestro Takamatsu me ayudó a moverme en la vida y encontrar un sentido a lo que hacía, teniendo ésto como referencia me gustaría explicar cómo es el mundo que nosotros pretendemos para el ninja. Dentro de la historia japonesa existen tres grandes relatos que se podrían definir como los actos de venganza más representativos o conocidos por todos nosotros.
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Uno de ellos es el de los hermanos Soga. Quizás sean hazañas que los más jóvenes desconozcan por ello haré una explicación breve. Uno de ellos es Fuji, el segundo se conoce por el nombre de Taka no hane no bucchigai, y finalmente Ueno de hana no sashi. Los primeros protagonistas de estas hazañas, dos de los hermanos, se dice que tardaron 18 años en llevar a cabo su venganza pero que finalmente la realizaron con éxito. Tras todo este tiempo habían esperado pacientemente el momento oportuno para llevar a cabo sus planes y, llegada la ocasión, lo ejecutaron en las laderas del famoso monte que da nombre a esta historia, el monte Fuji.
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La segunda aventura nos habla de Chushingura, los hombres del territorio de Ako, fieles a su señor Asano. También se conoce esta hazaña con el nombre de Los 47 samurais.
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La tercera historia habla de las infidelidades de un hombre que, retado a un duelo en una encrucijada cerca de Ueno, en Iga, muere a manos de Watanabe Kazuba.
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Antiguamente, cuando nacía el primogénito de la familia se podía decir que venía al mundo con el puesto de trabajo asegurado de por vida. Su condición de hermano mayor le hacía heredero del buen nombre de la familia y le aseguraba la adquisición de la gran mayoría de los bienes de la familia a la muerte de los padres. Quizás sea ésta la razón principal por la que tanto antes como ahora, las familias se enzarzaban entre sí en miserables peleas tras la muerte de los padres.
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Se cuentan numerosos episodios en los cuales los crueles protagonistas de tales hazañas por conseguir la herencia familiar suele ser el hermano mayor. Esta lamentable situación llevó a que no pocos hermanos menores decidieran unirse a otra persona de mayor confianza y respeto para renunciar definitivamente a las relaciones familiares con el nuevo jefe del clan tras la muerte paterna.
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Acabado el combate
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El maestro Takamatsu también fue uno de esos hombres que, renunciando al supuestamente debido respeto a sus hermanos mayores, decidió confiarse a otra persona que le diera mayor respeto y confianza. Fue en el mes de octubre, cuando el maestro Takamatsu tenía 26 años y tras vencer claramente a un fuerte oponente extranjero le declararon presidente de la Nippon minkoku shoonen butoku. Se dice que el maestro Takamatsu fue el alumno predilecto del gran maestro Tsure quien en alguna ocasión llegó a decir: Mi hijo es uno de los más fuertes budokas que existen, ha matado un tigre con sus propias manos y creo que no hay nadie que lo pueda derrotar en un combate real. Dicho comentario llegó a oídos de un famoso budoka practicante de un estilo de kungfu conocido como shorinji. Este hombre pesaba cerca de 139 kilos y medía alrededor de 2 metros y 48 centímetros. Se dice que en su entrenamiento diario solía colocarse un tronco sobre los hombros por detrás de la nuca y suspender en los extremos unos sacos de piedras cuyo peso oscilaba alrededor de los 110 kilos.
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Según la gente que lo conocía, más que un hombre fuerte era un animal cuya fuerza física había llegado a extremos inimaginables. El caso es que este individuo decidió acercarse hasta el dojo del maestro Tsure para desafiar en combate al maestro Takamatsu. El maestro Tsure recibió la carta y se acercó a su alumno: ¡Eh Takamatsu, tenemos un problema! Un miembro de la escuela shorinji ha solicitado enfrentarse contigo. A lo cual el maestro Takamatsu contestó: Creo que no es buena idea. El Budo debe servir para evitar la violencia y además no quisiera herir a nadie. Una y otra vez el maestro Tsure rechazó formalmente las diversas peticiones de combate hasta que al final, cansado de rechazar los ofrecimientos y ante la posibilidad de faltar al mutuo respeto entre maestros, aceptó la solicitud de combate del alumno del maestro Choosaku-rin El mes elegido para el combate fue junio en la plaza Igirisu Sokai. Hay quien asegura que la noche anterior al combate, el maestro Takamatsu tuvo una revelación. El sueño parece ser que lo protagonizaba un enorme ogro de color rojo quien con un enorme bastón intentaba deseperadamente abatir a una frágil mariposa que revoloteaba a su alrededor. El aire que provocaba el bastón al golpear el vacío alejaba a la mariposa del mortal golpe. Desesperado, el ogro se debatía denodadamente en aplastar aquel insecto que parecía sonreírle burlonamente. Tras muchos intentos desesperados, el ogro cayó muerto ante la delicada mariposa. Cuando el maestro Takamatsu tuvo esta visión se despertó y afirmó que ésta era la solución. Por aquel tiempo pesaba cerca de 70 kilos y era bastante más bajo que su adversario, pero no obstante, decidido, se dirigió al dojo donde tendría lugar el encuentro. Como árbitro se encontraba el maestro Tsure quien señaló el comienzo del combate después de que ambas partes se saludaran correctamente…
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