La motivación en la enseñanza de las Artes Marciales

Por Manuel Capetillo Blanco

5º Dan Karate
2º Dan Kobudo
Entrenador Nacional de Karate

 

“Profe, me aburro”, ésta puede ser una de las frases que un profesor de Karate se encuentra en alguno de sus alumnos durante la clase. No es fácil enfrentarse a esta situación, pero éste es el momento en el que debemos considerar si es correcto el planteamiento que estamos utilizando a la hora de impartir las clases.
Considero que hay algo que nunca debemos hacer, y es echar la culpa al alumno, no podemos enmascarar una deficiencia en nuestra enseñanza diciendo frases como: “A este niño nada le gusta”.
Al contrario, como profesionales de la docencia, tenemos que ser capaces de ofrecer a nuestros alumnos lo que a ellos les gusta, de la manera más adecuada y de la forma más motivadora posible, pero sin perder nunca el objetivo principal de lo que queremos enseñar. En definitiva, debemos ser capaces de transmitir los conocimientos debidos pero sin olvidarnos de que tienen que recibir dicha enseñanza de forma agradable, porque no nos olvidemos, lo que mejor se aprende es aquello que has aprendido de forma divertida y agradable.
¡Cuidado!, en ciertas ocasiones se cometen “fraudes” y esto es algo que debemos evitar a toda costa; voy a intentar explicarme de forma adecuada. Sin ánimo de entrar en cómo debe cada uno enfocar su enseñanza, lo cual considero que es algo muy personal, sí que quiero desde aquí animar a todos los profesionales de las Artes Marciales a enseñar lo que deben, con las estrategias que consideren oportunas pero nunca a dejar de enseñar aquello que promulgan por querer tener muchos alumnos y que solamente quieran que disfruten y lo pasen bien a pesar de saber que no están aprendiendo nada de lo que deberían.

 

La pregunta que todos nos hacemos ante estas situaciones es: ¿Cómo conseguimos que mis alumnos aprendan al mismo tiempo que se divierten?, yo voy a intentar contestar a esta pregunta teniendo muy claro que no existe un respuesta mágica, porque es imposible que todo lo que enseñamos le guste a todo el mundo, pero también creo que es nuestra obligación poner todo de nuestra parte para que esto sea posible, porque si nos conformamos al final nada será tan bueno como debería.
Mi respuesta es que todos debemos tener una formación continua, que no debemos quedarnos estancados en nuestra preparación como docentes, y que esa búsqueda continua de actividades, estrategias, etc. va a suponer una mejora en nuestras clases, porque todo lo que nosotros recibimos vamos a ser capaces de reciclarlo y llevarlo a cabo con nuestros alumnos y la suma de todas y cada una de las cosas que nosotros aprendamos van a constituir un incremento en nuestro bagaje docente, que van a hacer crecer la variedad, calidad y diversidad de nuestras clases.
Pero hay un pequeño problema que también debemos evitar. En ningún momento tenemos que realizar “copias” de lo aprendido, para después llevarlo a cabo en nuestras clases, no tiene sentido que la misma sesión que yo he recibido anteriormente la lleve a cabo con mis alumnos por varias causas:

1.- Cada clase tiene un nivel diferente.
2.- Las actividades que con un grupo funcionan, con otro pueden no hacerlo.
3.- Cada profesor debe buscar las actividades más adecuadas al objetivo a conseguir.

 

Pero quizá hay un cuarto motivo que puede ser el más importante:
4.- Las clases deben estar estructuradas, deben estar programadas con anterioridad. En una correcta enseñanza no existe la improvisación, por lo tanto no puede existir la copia, no debe existir el “plagio”… (artículo entero en la revista).


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