Experto en artes marciales coreanas y contención física ante conductas agresivas
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Por EL BUDOKA 2.0
www.elbudoka.es
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De nuevo, después de la entrevista aparecida en la anterior edición de EL BUDOKA 2.0 donde explicó los contenidos de su último libro Conductas agresivas: control y manejo, torna a nuestras páginas el maestro Guzmán Ruiz Garro, cinturón negro 7º Dan de Taekwondo y 6º Dan de Hapkido por la RFET.
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¿Podría resumirnos su amplia trayectoria marcial?
A los 9 años me inicié en el conocimiento del boxeo. Pasando por el Karate Shotokan, llegué al Taekwondo y, posteriormente, al Hapkido. Gracias a la amistad que mantengo con el excelente judoca Javier Esparza, llevo vinculado al Judo y al Jiu-Jitsu 40 años. Entreno diariamente y nunca he descuidado mi formación marcial. Diré que con el Hapkido tengo unos lazos especiales.
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Hablemos pues del Hapkido. Vd. ha publicado 4 libros dedicados a este arte marcial coreano y ha sido uno de los precursores del Hapkido integrado en el Taekwondo. ¿Cuándo se inicia esa andadura?
Conviene precisar que el Hapkido lleva vinculado de manera formal a la Federación de Taekwondo desde 2011, año en que pasó a ser una disciplina deportiva de la RFET. Indicaré también que antes de esa fecha, la oficialidad del Hapkido la ostentaba la Federación de Judo, y dado que ésta no potenciaba el desarrollo de este arte marcial coreano, se fueron creando estructuras organizativas paralelas en algunas territoriales del Taekwondo. Cito el ejemplo que tengo más cercano: el Hapkido llegó al País Vasco en el año 1989, pero no se le dio cuerpo organizativo hasta el año 1991, después de un curso organizado por la Federación de Euskadi de Taekwondo donde participaron una treintena de personas con el grado mínimo de 3º Dan.
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Sin embargo, además de lo que Vd. llama Hapkido federado u oficial, existen en España otras alternativas organizativas a este arte. ¿Qué explicación le da a este hecho?
Paralelamente a la dimensión deportiva federada sometida al derecho deportivo y a sus leyes, se ha permitido, desde hace décadas, un sistema de asociacionismo civil de objeto deportivo (sometido a la ley orgánica de asociaciones), de amplio espectro, de carácter no oficial y que, con el correr de los años, se ha manifestado con intereses claramente enfrentados al primer modelo. De esta proliferación que no ayuda al Hapkido también es responsable la Federación de Taekwondo por su falta de liderazgo.
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¿En qué se traduce esa ausencia de dirección por parte de la RFET?
La oferta de integración o, por lo menos, de una buena cohabitación con el Departamento de Hapkido de la RFET, debería ser sin condicionantes. Habría que legitimar la dualidad organizativa plena y que, además, cada Asociación pueda mantener sus referentes internacionales. Si queremos fortalecer el Hapkido, las fobias y las filias no pueden presidir la gestión. Si nos basamos en el tacticismo para establecer alianzas, se acaban tomando decisiones no razonadas o inconvenientes para el bien general.
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Asunto polémico sin duda. Dirigir no es fácil. ¿Propone algún modelo de gobernanza?
Articular la estructura organizativa del Departamento de Hapkido (RFET) sin subordinaciones ni tutelas extras. Es decir, la dirección del Hapkido, todos los desarrollos técnicos, programáticos y la planificación estratégica de sus áreas, deben realizarse de manera autónoma, sin otras injerencias que no sean las ineludibles dada la vinculación de éste como “perteneciente a la modalidad deportiva de Taekwondo, reconocida por el Consejo Superior de Deportes”.
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¿Esa afirmación tan taxativa implica que el Hapkido está subordinado al Taekwondo?
En todas las federaciones ocurre algo parecido: la posición de la modalidad dominante o matriz es preeminente sobre las disciplinas asociadas. Ahora bien, dirigido a algunos compañeros de Taekwondo despistados, señalaré que el Hapkido no es la defensa personal del Taekwondo, no es Han Bon Kyorugui, no es Il Bo Deryon.
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¿Qué distinción ofrece la oficialidad del Hapkido que no posea una asociación o federación internacional de reconocido prestigio?
El Departamento de Hapkido de la RFET tiene capacidad para promover la Formación Oficial de Técnicos (formación profesional), junto con las Instituciones competentes de las diferentes Autonomías del estado. A quien le interese la docencia, comprensiblemente, este hecho le parecerá un plus.
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Cíteme sus maestros referentes de Hapkido.
Para mí, sin duda, André Carbonell. Sin sus primeros libros editados por esta casa (Editorial Alas), muchos de los practicantes de Hapkido no habríamos conocido este excelente arte marcial. En la década de los 90, en nuestro proceso formativo, contamos de manera puntual, entre otros, con el presidente de la WHGF, Han Jung Do, el Dr. He Young Kimm, Park Bohyun, Antonio Oliva… Citaré también a Emilio Bolea, alumno destacado de André Carbonell, por todo el tiempo que dedicó a nuestra progresión. Después de esta época, en el panorama del Hapkido español, he entrenado con muchas personas relevantes. Mil gracias a todos por lo que me han aportado.
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Para concluir este tema, ¿puntualizaría algo más?
Sí, la proliferación de asociaciones y escuelas no es el verdadero obstáculo cara a la convivencia en el Hapkido, es la falta de liderazgo. Guiar correctamente es exigible a la Federación de Taekwondo porque es una entidad de utilidad pública y esto conlleva unos beneficios que el ordenamiento jurídico otorga con carácter general a tales Entidades.
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Usted ha impartido muchos cursos sobre medidas de contención ante conductas violentas a personal de todo tipo. A tenor de lo que ha visto usted ¿qué es de lo que más adolece dicho personal?
Falta formación técnica y capacitación. No olvidemos que las medidas restrictivas, muchas veces, son procedimientos preventivos dirigidos a limitar los movimientos parciales o totales de un paciente, a fin de controlar su actividad física y protegerlo de las lesiones que pueda cometer sobre sí mismo o a otras personas. Lo prioritario es considerar el contexto en el que se van a realizar. No es lo mismo inmovilizar o sujetar a personas del ámbito sanitario o sociosanitario a las que hay que cuidar que a un individuo que comete un acto delictivo. Saber cómo modular en cada caso es lo más complicado.
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El programa que usted utiliza para esa formación especializada, ¿de dónde se nutre?
En cuanto a las formas de control y conducción, la base es el Hapkido y el Jiu-Jitsu. Obviamente, se dulcifican los sistemas para no dañar y respetar al máximo las garantías de los ciudadanos. Lo complejo, en las actuaciones, es ser eficaz y no parecer desmedido. Para cumplir estas dos premisas, no basta con tener unas ideas genéricas de defensa personal. Se precisan muchos conocimientos y experiencia operativa.
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¿Ha tenido que ampliar, modificar, adaptar su trabajo después de lo que ha ido viendo en los diversos profesionales que usted ha formado?
Sí, continuamente. No olvidemos que el trabajo de campo se realiza en entornos poco predecibles y no en ambientes semicontrolados de un gimnasio o academia. Las coreografías, las secuencias planificadas, irán bien para el baile, pero cuando se dan conductas violentas, el ritmo de la danza, lo ponen sujetos poco colaborativos y de características muy dispares…
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