Kenjutsu, legado vivo de la espada samurai

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Durante este ciclo estamos abordando las disciplinas que configuran el cuerpo central de la gran mayoría de tradiciones marciales japonesas y, por lo tanto, no es extraño que éstas fueran influencia fundamental para desarrollar las artes marciales que se desarrollaron en un periodo moderno de Japón. Hoy toca aproximarse al kenjutsu, la magna arte de la esgrima samurai.
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El término kenjutsu se compone del carácter tsurugi (lit. espada, sable, lámina, esgrima…) y jutsu (lit. arte, técnica), por lo que estaríamos hablando del arte de la esgrima de espada. Algunas tradiciones emplean otros términos semejantes como kenpô (lit. método de espada; no confundir con el término homófono que se refiere al método de los puños y del que hablamos en El Budoka 2.0 nº 56), tôjutsu (lit. el arte del sable), etc. Precisamente resulta interesante que este último término goza de una especificidad mayor, dado que el carácter es la lectura on’yomi de katana, es decir los sables, frente a ken, que engloba todos los tipos de espadas, incluso las hojas rectas y con doble filo; tanto que el término ken, fuera del ámbito especialista se refiere normalmente a otro tipo de hojas distintas de la katana.
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La katana, un objeto de arte y guerra es fruto de la evolución tecnológica de la metalurgia y de la artesanía. Aunque existen crónicas que refieren el uso de espadas en periodos antiguos de Japón (Kofun s. III a VI d.C.), tal como la conocemos hoy en día, requirió siglos de innovación. Algunas escuelas remontan su historia a periodos tan antiguos, pero es difícilmente comprobable. Incluso las crónicas hablan de que los Emishi, pobladores mestizos del extremo nororiental del archipiélago nipón, portaban el warabitetô, un tipo de espada de hierro con empuñadura curva. Por poner un ejemplo de este periodo, la escuela kyôhachi ryû, refiere al entrenamiento que recibió Minamoto no Yoshitsune por un tengu en el monte Kurama a finales del periodo Heian.
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En los primeros periodos de gobierno militar (Kamakura y Muromachi) la espada mantuvo un status de arma secundaria aunque en crónicas como el Taiheiki, que versa principalmente sobre el periodo Nanbokuchô (s. XIV), figuran técnicas específicas de esgrima.
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Más allá de la arqueología técnica de esta disciplina, la aparición más evidente de las escuelas comenzó durante el periodo de guerras del Sengoku Jidai (s. XVI). En este siglo, la esgrima ponía su foco en el combate en el campo de batalla, es decir, portando armadura y esgrimiendo un tachi, es decir, una espada larga de batalla, diferente en construcción, más larga, más pesada y con una curvatura mayor en relación a las daitô. Sus técnicas buscaban cortar y perforar los puntos débiles de la armadura así como realizar impactos contundentes para dañar la armadura y aturdir al enemigo. Este tipo de práctica era conocida como kaisha kenjutsu, refiriéndose el primer término a la persona que porta una armadura, y como opuesto a suhada kenjutsu, que implica la práctica de la esgrima con ropas convencionales wafuku.
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Durante el periodo Edo la costumbre de combatir con armadura fue observada con malos ojos por las suspicaces autoridades, por lo que cayó en desuso, solo conservada en clandestinidad por algunas escuelas que tuvieron que adaptarse a las nuevas modas de emplear espadas más ligeras en tiempos de paz. Este kenjutsu, ya sin armadura, se focalizaba en desarrollar pericia marcial con la espada, incluso adquirir una condición de invencibilidad, una esgrima virtuosa. Algunos samurai emprendían viajes errantes poniendo a prueba sus habilidades siendo conocidos como musha shugyô (lit. prácticas ascéticas del guerrero). Durante este periodo figuran numerosas leyendas de grandes espadachines como Miyamoto Musashi, Yagyû Jûbei o Itō Ittōsai Kagehisa, entre muchos otros.
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Por entonces, el kenjutsu se practicaba con bokutô (lit. espada de madera) causando inevitables lesiones entre sus practicantes. La doble necesidad de mantener un realismo del combate con espada y evitar lesiones en los practicantes surgió ya en el s. XVIII con el empleo del shinai (lit. espada de bambú) y el fukuro shinai (lit. espada de bambú cubierta) que por aquel entonces se practicaba en los shinai keiko (lit. entrenamiento con shinai), una práctica libre de esgrima. No todas las escuelas acogieron estas armas adaptadas, pues consideraban, incluso a día de hoy, una desvirtuación del concepto de espada.
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Tras la restauración Meiji, una propuesta deportiva, originalmente conocida como gekiken (lit. espada vencedora) y renombrada como kendô (lit. la vía de la espada) en 1920, se popularizó y supo mantenerse predominante durante los acontecimientos tumultuosos que enfrentaron las artes marciales japonesas durante los últimos 150 años de historia de Japón. Sin embargo, el kenjutsu de una manera atomizada y sin gran predicamento ha conseguido sobrevivir hasta nuestros días.
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Cuantificar el número de escuelas de esgrima es una labor que algunos investigadores han acometido pero sin resultados concluyentes. Algunos hablan de más de 700, otros de miles. Igualmente difícil es relacionar la jerarquía o precedencia de unas sobre otras. Algunas fuentes hablan de los estilos shintô ryû y kage ryû como fuentes originales de esgrima, pero obvia muchas otras fuentes originales sin vínculos con éstas como nen ryû, ittô ryû, tanseki ryû, etc.
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Si resulta imposible cuantificar el número de escuelas, más lo es tratarlas como un conjunto homogéneo y ortodoxo, de forma que cada escuela posee sus propios conceptos generadores de sus técnicas. Es por ello que en lo sucesivo me ceñiré a la perspectiva de la esgrima de ogawa ryû. En los dos artículos anteriores ya dedicamos unas líneas a tratar sobre los orígenes plausibles de la práctica de la esgrima en esta tradición.
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Las características principales son:
– Mantenimiento de un kamae físico y mental durante todo instante, que permita un dominio de la ventaja y la distancia, proveyendo de un sistema defensivo eficaz.
– Poderoso sistema ofensivo basado en potentes desplazamientos y máxima eficiencia en el análisis de corte y estocada.
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Este aprendizaje se ejemplifica a través de un sistema escalonado en 5 niveles, de ippon me a gohon me, subdividido en 4 estudios: suburi (práctica en solitario), sôtai dôsa (ejercicios por parejas), awase (secuencias de encuentro) y kumitachi (secuencias de combate). En la mayoría de estas kata se estudian 10 formas principales. El practicante que ha alcanzado adecuación y solvencia en estos niveles está preparado para poder dar el salto a practicarlo de forma libre en el jiyûgeiko (lit. entrenamiento libre), equivalente a la práctica de combate libre comentada anteriormente. Los entrenamientos de kata, necesarios para poder entender la metodología de la tradición no deben únicamente realizarse de una forma coreográfica o de meticulosa imitación. Deben realizarse de una forma realista que permita a través de una miríada de variaciones poner a prueba las capacidades del practicante y establecer una vía de mejora.
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En paralelo a esto, el practicante es introducido a otras formas tradicionales que ejemplifican el enfrentamiento de la espada frente a la lanza (yari), la guja (naginata) o el palo (), – ver El Budoka 2.0 nºs 52, 65 y 77, respectivamente – entre otras. En estas kata, el objetivo ya no es tanto el aprendizaje de movimientos singulares de espada, sino el análisis táctico que deviene del contexto de enfrentamiento frente a otras armas con mayores longitudes y particularidades ofensivas y defensivas.
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En estos niveles también se introduce la esgrima con armadura, que antes indicamos como kaisha kenjutsu, pero que en esta tradición son conocidas como toritake (lit. capturar la guerra) y que representan una porción importante del currículo. Curiosamente, existen diferencias significativas entre la esgrima convencional y estas técnicas. Mientras que las guardias en la esgrima convencional son generalmente más frontales y ligeramente elevadas, en las formas de combate con armadura son más lateralizadas y bajas, con fines de protección y estabilidad.
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El nivel chûden de la tradición reduce drásticamente el volumen de contenidos vinculados al aprendizaje técnico, pero se incrementan muy considerablemente el empleo de estos elementos en el desempeño de tácticas de combate que, a pesar de tener una perspectiva transversal, un importante volumen de ellas va primariamente centrado en la esgrima, configurando ésta, como ya habíamos indicado en una de las materias troncales de esta tradición.
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Como en otras ocasiones, acompañamos el texto de un vídeo ilustrativo de las prácticas, y más en concreto en este caso, de los entrenamientos de esta disciplina. En este vídeo se observan varias secuencias de entrenamiento con espada de forma recurrente. En las escenas finales se observa una situación de junción de espadas tsubagumi o tsubazeriai en la que ambos practicantes tratan de resolver de forma libre con la oposición del contrincante…


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