Los grados en las artes marciales: fantasías para unos, realidades para otros…

Por Pau-Ramon (obras publicadas)
Shintaikan Budo Kyokai
shintaikandojo@gmail.com
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El objetivo de las artes marciales no es, en absoluto, los grados. El objetivo que deben perseguir el practicante contemporáneo y sincero de artes marciales es superarse a si mismo cada día y en todo momento. Es difícil que un cinturón, sea cual sea, pueda satisfacer a un budôka, pues siempre se podrá superar. Con la disciplina que marca el espíritu del Budô, continuamente hay algo en que superarse.
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Los grados son algo muy secundario, representan unas teóricas etapas, inexistentes, pues la relajación no puede existir en las artes marciales si se quiere no tan solo progresar sino mantenerse en el nivel alcanzado. Sin olvidar el concepto secundario de los grados, es buena la idea de utilizarlos en la organización moderna de las artes marciales, sin sobrevalorarlos ni un ápice. Los profesores pueden determinar el progreso de los alumnos de una forma objetiva. Situar a los practicantes en una escala de valores permitiría evitar el exceso de orgullo, la falsa modestia o la excesiva humildad. Pero si en un principio la idea tenía una característica positiva, la realidad nos aporta una situación en la cual el grado se convierte en un fin en si mismo, olvidando que el grado como tal no es nada si no va acompañado de unos conocimientos. Desgraciadamente, cuando el grado se convierte en un instrumento de poder burocrático y económico, es cuando se ha de concluir que los grados son negativos.
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Tradicionalmente los grados y títulos eran siempre otorgados por el maestro de la escuela o estilo según los criterios técnicos, pedagógicos y humanos que la transmisión de la escuela propiamente dicha requería y exigía. Hay en la tradición unos requerimientos comunes e importantes en todos los casos, y otras exigencias variables de una escuela a otra, tales diferencias enriquecían el Budô. No había, y no hay, en las escuelas que seguían esta línea, unos conceptos tanto en la clasificación como en el contenido, cualitativa y cuantitativamente, una homogeneidad. Solo tienen un concepto que comparten que es la idea de no titular a los noveles. Hasta que el aspirante a pertenecer a una escuela no ha acabado el programa de iniciación no obtiene una titulación básica, que certifica que puede empezar a introducirse al aprendizaje formal de las técnicas, estrategias y filosofía de la escuela.
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En la actualidad algunas escuelas contemporáneas, sean o no tradicionales, al universalizar la idea de los diferentes criterios de los grados se ha conseguido el empobrecimiento de la riqueza técnica, espiritual, filosófica y moral del Budô original, sobretodo en aquellas escuelas o estilos en las cuales la competición ha tomado una importancia exagerada y es valorada excesivamente.
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Sólo cuando el grado esté acorde con el nivel de práctica, de comprensión, de evolución y de dominio tanto físico como espiritual, tendrá una razón de ser. Los grados no son privilegios que se ganan sin trabajo ni sacrificio, los grados son responsabilidades que obligan a ser cada vez más comprometido, con la escuela y la disciplina; más humilde, con las personas que nos rodean; más sincero y más noble. Al igual que nadie nace maestro, nadie tiene por generación espontánea un grado sin una práctica correcta, con el esfuerzo adecuado y con el tiempo necesario para que maduren los conocimientos, tan solo así el grado que cada uno ostenta es correcto y legítimo. En caso contrario ese grado es tan solo una nimiedad sin ton ni son, una farsa que sólo deslumbra a los ignorantes de las artes marciales.
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Por otra parte no todos los grados son iguales, de la misma forma que no es lo mismo estar diplomado por una academia de barrio que obtener un diploma de una universidad de prestigio. Los grados tienen que estar acreditados por instituciones reconocidas, no por grupos emergentes sin ningún tipo de historia. Las personas interesadas en las artes marciales han de saber que no es lo mismo un grado otorgado por un maestro de gran seriedad sin sombras en su currículo y de larga trayectoria, que a su vez ha sido alumno de otros maestros de trayectoria similar, que un grado regalado por una organización que acaba de formarse, y al cabo de unos meses ya está regalando grados elevados. Es curioso el mundo de las artes marciales… haciendo un análisis en profundidad se pueden observar incoherencias muy evidentes. Ejemplos los hay en cantidad, uno de los ejemplos que me provocan bastante risa son los grados de los pseudofundadores de nuevos sistemas de artes marciales. Hay personajes que tras fundar un sistema (sin contenido, sin legitimidad…), con urgencia, incluso antes de tener alumnos se auto otorgan el máximo grado. No saben que la creación de un sistema nuevo, de un método singular, etc., se realiza con el fin de transmitirlo a otras personas y juzgar sus aptitudes y comprensión, bajo el prisma de la nueva vía, y si su evolución es correcta otorgarles el grado pertinente. Ni J. Kano, ni M. Ueshiba, ni G. Funakoshi, por ejemplo; nunca se otorgaron a si mismos grados de sus respectivos sistemas.
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También es bastante elocuente que los supuestos inventores de “nuevos” sistemas concedan grados rápidamente a otros personajes, con la evidencia que no han tenido tiempo de aprender el sistema, a menos que haya sido un intercambio económico o un intercambio de cromos, o por otra parte también existe la posibilidad de que estos sistemas, de tan fácil comprensión, no sea un sistema como otros, sino un puñado de conocimientos superficiales e incoherentes que con muy poco tiempo se conocen a la perfección.
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Es en este momento que otra vez podemos manifestar que no todos los grados son iguales y que un primer nivel de un grupo no es ni la décima parte del grado de otro sistema.
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Sería absurdo negar que en la actualidad, dentro de las artes marciales y especialmente en occidente, aunque en Japón también hay algunos casos (por suerte para ellos, mínimos) existe un desenfreno absoluto en algunos personajes y colateralmente en sus organizaciones. Hay personas que sobrepasan los grados como si fuera una carrera de obstáculos, saltan los niveles ágil y rápidamente, otras han aprendido la difícil técnica del caballo del ajedrez y se saltan los grados de golpe y en bloque, tanto de su estilo, como de otros estilos paralelos. Y aquellos grados que la tradición guardaba para ocasiones singulares, para personalidades geniales, en la actualidad y sobre todo en América y en Europa se devalúan de una forma grotesca. Sería irrisorio el aumento desproporcionado de grados sino fuera este hecho un elemento distorsionador de la realidad técnica, que incide en el aspecto comercial en favor de aquellos que se dedican a la competencia desleal.
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Para ayudar a todos aquellos que quieran interpretar los grados de las artes marciales propongo una guía rápida para valorar los grados, que se basa en los siguientes tres conceptos…


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