Battôjutsu y tameshigiri (las pruebas de corte)

Por Luis Nogueira Serrano
Presidente European Bugei Society
Fûryûkan Bugei Dôjô
www.bugei.eu
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Continuamos la temática de la espada japonesa que tratamos en El Budoka 2.0 nº 70 para, en esta ocasión, hablar sobre el battôjutsu, técnicas de desenvaine, y el tameshigiri, pruebas de corte, así como la relación entre ambas.
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El término battô (lit. desenvainar la espada) es un término que genera no pocas confusiones con el término más común iaijutsu (lit. el arte de ajustarse o estar en encuentro). A estos dos, que son los más nombrados, se les unen otros más infrecuentes como nukiai (lit. ajustar el desenvaine), bakken (lit. desenvainar la espada), sayari (lit. soltar la vaina), incluso algunas escrituras diferentes de iai, todas ellas con ligeras connotaciones más técnicas u orientación de las prácticas. En cualquier caso, esta materia se enmarca como una excepcionalidad dentro de las artes marciales, ya que pocas culturas han dado valor al hecho del desenvaine de un arma como una disciplina en sí misma y, por ello, es considerada por algunos como la más genuina de las artes marciales japonesas.
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Sin querer entrar en profundidad en las mencionadas disquisiciones, a sabiendas de que pueden extenderse y generar variedad de opiniones, vamos a orientar las siguientes líneas en un apartado dentro del concepto de battôjutsu, centrándonos en la mejora de la precisión y efectividad de desenvaine y cortes. Este apartado, se vincula con el popularmente conocido tameshigiri. Tameshi significa probar y kiri matar o decapitar, aunque a veces se emplea el carácter cortar, por lo tanto, podríamos decir que se trata de pruebas de corte o de muerte por corte.
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El empleo del término matar se debe a que, en un origen, durante el Sengoku Jidai, las pruebas se realizaban sobre objetivos vivos, normalmente criminales sentenciados a muerte, conocido específicamente como ikitameshi (o ikidôtameshi), para más tarde aplicarlo también sobre cadáveres suemonogiri como forma de atestiguar la buena factura de las hojas y su calidad de afilado, wazamono. Quizá esto nos pueda parecer algo impactante, pero se relatan incluso prácticas de ataques (asesinatos) indiscriminados, normalmente nocturnos, con el fin de, únicamente, probar la calidad de la hoja, conocidos como tsujigiri (lit. matanza de cruce de caminos), algo que tiempo después también se llegó a transferir a la lucha cuerpo a cuerpo, realizando ataques sin otro particular que probar la efectividad de las técnicas, conocidos como tsujinage (lit. proyección en cruce de caminos).
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Retomando la calidad de afilado, ésta se clasificaba (de más a menos) en:
1. Saijô Ôwazamono: Excepcionalmente afiladas
2. Ôwazamono: Afilado sobresaliente
3. Yokiwazamono: Buen afilado
4. Wazamono: Afilado normal
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De acuerdo con el manual kaihô kenshaku, los cuerpos debían ser de un varón, no monje ni impedido, de entre 30 y 50 años, y se fijaban de diferentes formas, pero era habitual colocar los cuerpos en horizontal, fijados por estacas de bambú para evitar el movimiento del cadáver con el impacto, sobre el costado izquierdo y dando la espalda al esgrimidor. El número y zonas de corte originalmente descritas pasó de 7 iniciales a 10 totales, y los nombres se mezclaron generando algunas confusiones, según se muestran en la tabla que pueden ver en la revista.
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Los cortes eran registrados y gravados en oro, kinzôkan, en la espada, llamando este registro saidanmei, según el tipo de corte realizado y el número de cuerpos en caso de que hubiera llegado a cortar dos futatsudô o incluso tres mitsudô.
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En el kokon kajibikô, un compendio publicado a finales del siglo XVIII sobre la calidad de espadas probadas de 7 volúmenes, se incluyen un total de casi 250 hojas clasificadas según los rangos descritos anteriormente, siendo solo un 6% de ellas de la más alta calidad y otro 9% de la segunda categoría.
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Ya en tiempos del periodo Edô, fue habitual emplear hatillos de paja wara, rollos de la cara exterior del tatami tatamiomote o goza, o troncos de bambú take, en lugar de los citados cadáveres. También, como curiosidad, existía la práctica de utilizar como objetivo el yelmo de la armadura japonesa para practicar su rotura, llamada esta práctica kabutowari (lit. dividir el casco).
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Tameshigiri (prueba de corte).

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Estos nuevos objetivos hicieron que esta disciplina fuera evolucionando, desde un inicio sirviendo de prueba y clasificación de espadas, llamada shitô (lit. prueba de espada), hasta convertirse en una prueba de habilidad del esgrimidor llamada shizan (lit. prueba de corte; nótese que se trata de los mismos caracteres que tameshigiri, pero en esta ocasión con su lectura alternativa on’yomi).
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Estas pruebas de habilidad del esgrimidor incluyen pruebas de calidad del corte, regulada en diferentes niveles de dificultad, así como de velocidad, cantidad de cortes (resistencia y efectividad) y precisión.
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Uno de los elementos fundamentales para realizar un adecuado corte es el hasuji, el alineamiento del filo con respecto a la trayectoria de corte. Si el filo varía significativamente con la trayectoria, una vez hienda en el objetivo tendrá una tendencia a desviarse de su trayectoria generando trayectorias curvas que reducen precisión y, en función de la calidad de la espada, el riesgo de alabeo de la lámina. Es por ello por lo que el esgrimidor debe cuidar especialmente su técnica para conseguir que el alineamiento garantice cortes rectos en sus prácticas iniciales.
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Los objetivos de corte se sitúan sobre un soporte tai que puede tener diferentes configuraciones. Básicamente se trata de un poste vertical donde se inserta el objetivo de corte, generando una configuración en vertical tate, que es apropiada para cortes diagonales (descendentes, más básicos, y ascendentes, más complejos) y horizontales. A esta configuración se le pueden añadir objetivos, dos delante sayû, o delante y detrás zengo. En un nivel más avanzado los objetivos pueden colocarse sin soporte, simplemente colocados en vertical aumentando la dificultad de corte.
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Junto con la disposición vertical se pueden realizar configuraciones con objetivos en horizontal en pórtico tipo torii o en forma de T teijigata que aumentan la dificultad, pero también las posibilidades y combinaciones.

Otra forma de poder realizar cortes verticales es adaptando los soportes con suplementos que permitan colocar objetivos en horizontal de forma apilada. Con una configuración de varios objetivos horizontales llamada dodan (lit. pedestal de tierra; refiriéndose a un patíbulo donde se practicaban ejecuciones en el periodo Edô) se puede entrenar la profundidad del corte descendente kirioroshi.

Otros suplementos permiten realizar cortes a múltiples objetivos alineados en vertical, yokonarabi, para cortes diagonales, ascendentes o descendentes, y cortes horizontales.

En cuanto al grosor de los objetivos, pueden ser delgados hoso, normalmente de una esterilla, o gruesos futo, configurados con 3 esterillas sangoza, o más. Con todo ello (disposición y configuración de los soportes, tipos y grosores de objetivos y secuencias de cortes, muchas más de las aquí comentadas) crean infinitas posibilidades de ejercicio del esgrimidor.

Si atendemos a la velocidad en la sucesión de cortes, se realizan ejercicios en los que se realice un corte bajo y antes de caer se corte de nuevo en un punto más alto, demostrando la habilidad de poder concatenar cortes efectivos.

En lo que se refiere a la resistencia o cantidad de cortes, es bien conocida la prueba conocida como senbongiri (lit. mil cortes), que busca que el esgrimidor consiga mil cortes en el menor tiempo posible. Hoy en día existen récords de esta modalidad.

En relación con la precisión del esgrimidor, la propia secuencia puede requerir de múltiples cortes en un segmento pequeño de objetivo imprimiendo un mayor nivel de precisión. Sin embargo, en tiempos modernos se han incluido otros objetivos de menor tamaño, como frutas y verduras, que no representan una resistencia significativa, pero que son suficientemente representativos de que el corte se haya realizado adecuadamente, pero con un extra de exigencia en la precisión por su reducido tamaño.

Finalmente, las pruebas de corte no eran circunscritas únicamente a espadas largas, que es lo que tradicionalmente más se ha dedicado, sino que podían realizarse con cualquier arma cortante, como las espadas cortas wakizashi, las dagas tantô (ver El Budoka 2.0 nº63), armas largas como la guja naginata (ver El Budoka 2.0 nº65) u otras armas cortantes como la hoz kama (ver El Budoka 2.0 nº69).

Como es habitual en nuestros textos, lo acompañamos de un vídeo demostrativo con técnicas variadas de esta disciplina a modo de botón de muestra. Más allá de lo presentado, nos encontramos a disposición del lector para atender cualquier cuestión que estime al respecto de esta disciplina.


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